lunes, 18 de junio de 2012

tormentas de verano


El cielo está completamente cubierto. La luz blanca me hace entornar los ojos. Miro alternativamente a las nubes y al fondo de mi vaso vacío. Odio beber contigo. Porque pierdo el control. Y me olvido. Me olvido de que me da pánico que se crucen nuestros destinos. Me olvido de que eres tú. Y este es el principio del desastre. Se nubla aún más. Me haces volver al pasado, y me asaltan los mísmos miedos. Me vuelvo a sentir como una quinceañera estúpida. Como una niña perdida. Cada vez está más nublado. Hace un calor bochornoso. Y entonces me vuelvo a perder en tus ojos, profundos y castaños, como un día de otoño. Me vuelvo a dejar llevar por tus palabras, tus labios, siempre tu boca, que me pierde. Cae una gota silenciosa, y otra más. Me vuelvo a olvidar de que aunque parezca que puedo tocarte con los dedos, cada vez estás más lejos. Una gota detrás de otra. Y otra más. Estoy paralizada. Un relámpago ilumina el cielo y retumba un trueno. En solo un segundo, la ciudad está desierta. Me gustan las tormentas de verano. Comienza a llover. Echo a andar despacio. Ya, totalmente desorientada. Paso a paso. Intentando olvidar que no te olvido. Que me da vértigo tenerte cerca. Que siento que el tiempo se me escapa entre los dedos. Que vas a ocupar un espacio en mi cabeza hasta que otra locura gane terreno. Huele a tierra mojada. Llueve. Y dejo que la lluvia me empape por completo, se mezcle con las lágrimas y se lleve tus recuerdos. Odio beber contigo, porque cualquier día en un descuido, me olvido, y te digo que te quiero a destiempo.