miércoles, 25 de mayo de 2011

rayos y centellas


Se oye tronar a lo lejos. Apago las luces y abro la ventana, para ver el cielo iluminado por los relámpagos. En un instante, todo se vuelve oscuridad. Hasta que un rayo parte el horizonte en dos mitades. Respiro hondo. Un escalofrío me recorre la espalda. Ha bajado la temperatura. En este momento solo existen rayos y centellas. Me quedaría toda la noche asomada al balcón. Con la lluvia calándome los huesos. Solo para no pensar. Para dejar de preguntarme cómo es que todavía sigues aquí, si la mayoría de las veces yo soy como esa tormenta, que estalla cuando menos te lo esperas.

jueves, 19 de mayo de 2011

dominó


Qué difícil es mantener el equilibrio.

Como una de esas pequeñas piezas de dominó en blanco y negro.

En pie hasta que una de ellas cae y derrumba todas las demás en cadena.

miércoles, 11 de mayo de 2011

cajón desastre


¿Recuerdas cuándo me dijiste que te llamé la atención porque era como una cajita hermética por descubrir? En aquel momento fuiste todo un intrépido por intentar atisbar en su interior. Pero tal vez no merezca la pena. Aunque pase el tiempo, aunque intente evitarlo, me vuelvo a sentir así, aislada, encerrada en mí misma, incapaz de mirar hacia delante. Y no me siento como una caja de sorpresas precisamente, sino más bien como un cajón desastre, caótico, un agujero negro donde todo se pierde y es imposible encontrar nada...

sábado, 7 de mayo de 2011

mírame


Todo está bien, te digo.
Sí, pero mírame a los ojos, me respondes.

Mírame. Qué fácil. Pero cómo decirte que se me va la vista de tus ojos a tus labios, que me pierden, que no puedo sostenerte la mirada sin sonrojarme, que me muero por acercarme a tí y darte un beso.

No te digo nada de esto. Solo te sonrío en silencio, y así, se pasa el tiempo.

martes, 3 de mayo de 2011

dormidos


Las sábanas están revueltas, me despierto abrazada a la almohada. Desde pequeña me duermo sintiendo su tacto frío entre los dedos, no soy capaz de conciliar el sueño de otra manera. Es una mañana calurosa y la luz trémula se cuela por la ventana entreabierta, proyectando curiosas sombras sobre los objetos. Desde lejos, desde el otro lado de la cama, me miras sonriendo. Me has estado observando mientras duermo. Sé que te encanta hacerlo, aunque yo me muero de vergüenza cada vez que lo pienso. Porque hablo en sueños, y seguro que sin darme cuenta, te he dicho que te quiero. Me acerco a tí y te doy un beso. Todavía es muy temprano, me dices entre susurros. Quitas la almohada, levantas despacio las sábanas y nos escondemos debajo, abrazados. Cierro los ojos, para dormir contigo de nuevo. Para soñar otro rato. Te cojo de la mano, entrelazando con fuerza tus dedos. Así me aseguro de que no te escapas. De que te quedarás conmigo. Por mucho que me lo pregunto, aún no sé cómo te he encontrado. Ahora solo quiero que no te vayas de mi lado.