miércoles, 30 de junio de 2010

tiranía


Desde lo alto del trono vigila sus dominios. No pierde detalle de ninguna de las cosas cotidianas que suceden en su reino. Observa a sus pequeños súbditos. Los siente demasiado lejanos. Tan diminutos que a veces no es capaz de distinguirlos. Le parecen todos iguales. Rostros desdibujados que desfilan a sus pies.
Deslumbrada por sus propias ínfulas de poder, ha perdido el contacto con la realidad. Sumergida en sus caprichos, no es capaz de ver más allá de su ombligo. Se ha convertido en una tirana, en una reina déspota. De su boca ya no salen palabras, solamente órdenes. Entre los muros de su castillo, siempre está sola. Su corazón se ha vuelto de piedra, detenido en el tiempo.
Desearía poder bajar, y mezclarse de nuevo con la muchedumbre. Envidia su libertad de movimientos. Desearía ser como ellos, poder tener a alguien a su lado. Desearía poder convertirse en un ser anónimo. Y no echar de menos todo lo que ha perdido. Es solo una princesa destronada, encerrada en su palacio de cristal.

domingo, 27 de junio de 2010

malentendidos


Si tú no me quieres tampoco te quiero yo a ti.

Este pensamiento rebota en su cabeza. Da vueltas y vueltas.
¿Por qué pronunciaría esas palabras en ese preciso instante? ¿No era justo lo contrario de lo que querría haber dicho? ¿Por qué siempre hace complicado lo sencillo?

Todo es una terrible sucesión de malentendidos. De pequeñas catástrofes. Y ahora no puede escapar de esta sensación de vértigo. Porque, ¿quién le dijo a él que ella le había dejado de querer en ese momento, y no todo lo contrario, que no le empezó a querer solo entonces?

martes, 22 de junio de 2010

montacargas


Subo detrás de tí. El ascensor se balancea ligeramente. Entro mientras veo por la rendija el suelo a metros de distancia. Es un ascensor antiguo, con las puertas de chapa y un gran espejo en la cabina. No me ofrece ninguna seguridad. Alguien aprieta el botón y comenzamos a subir. Te veo al otro lado, reflejado en el espejo. Cierro los ojos un instante para evitar el vértigo. Me imagino que no hay nadie más en el ascensor. Que se para entre dos pisos, o mejor aún, que pulsas el botón de bloqueo. Que sueltas la taza de café que tienes entre las manos, y que vienes hacia mí. Ya nada más importa en ese momento, se detiene el tiempo. Me besas, recorres despacio mi cuello con tus labios, me desnudas con prisa, pones en peligro el equilibrio del montacargas, en una escena más digna de una película porno que de mi mente a estas horas de la mañana. Pero abro de nuevo los ojos y todo sigue igual. Nadie se ha movido. Estamos demasiado dormidos. Se para de forma brusca. Hemos llegado a nuestro piso. No se ha derramado ni una gota de té. Nos espera otro día más de tedio al salir del ascensor, la frontera hacia el aburrimiento.

miércoles, 16 de junio de 2010

cortocircuito


Se avecina un cortocircuito. Lo noto. Igual que se presiente en el aire cuando va a haber una tormenta, con la atmósfera cargada de electricidad. Lo percibo en cada una de las placas, sobrecalentadas. Las neuronas metálicas, envueltas en una maraña indescriptible, se mueven constantemente, transmitiendo información. La mielina artificial que las recubre comienza a desaparecer y cualquier roce hace que salten chispas. El combustible ya no fluye normalmente, se solidifica en las juntas, obstruyendo las arterias de plástico. El engranaje chirría al girar demasiado deprisa. Los datos procesados se desconfiguran, volviendo a convertirse en ceros y unos inconexos.
No sé cuando será, solo sé que se acerca el desastre.

domingo, 13 de junio de 2010

candados


Según dicen, la gente va allí, con su pareja, encadena su candado al puente y arroja la llave al río. Un ritual, un gesto simbólico, un detalle romántico, una estupidez más. Un acto fuera de la lógica racional, que hace que caigan en el abismo de lo absurdo, y es motivado por un extraño proceso de enajenación mental transitoria.

Amor, lo suelen llamar.

sábado, 12 de junio de 2010

corazones


Hoy vi en una tienda un llavero con un corazón de metacrilato rojo partido en dos mitades y he estado tentada de comprarlo. Pero al momento me ha invadido una risa incontrolable, una terrible carcajada.
Y he pensado, ¿para quién? ¿para tí?
(Para tí, que te estás convirtiendo en mi pequeña obsesión)

Ich liebe dich nicht, mein Herz für dich.

viernes, 11 de junio de 2010

decorados


Una habitación vacía. Un simple decorado. Eso es tu vida. En vez de llenarse de muebles, se va llenando de gente. Gente que llega, que se acomoda para siempre, gente que cuida la casa con esmero, gente que solo se asoma a echar un vistazo, gente que rompe los espejos y rasga el papel de las paredes con sus propias manos, gente que llama al timbre y después se va corriendo, gente que cierra la puerta detrás suyo, gente que deja pistas por la escalera, gente que se esconde entre bastidores, gente que solo sabe vivir para el público. Una habitación vacía nada más, por donde la gente pasa y deja algo que lo que fueron. O no dejan nada. Solo un escenario de cartón piedra.

martes, 8 de junio de 2010

maniquí


Hace un tiempo me preguntaste que por qué escribía aquí lo que escribía.
“Porque no soy un maniquí” pensé yo.
Pero como buscabas una respuesta lógica y coherente, te dije que no lo sabía.
También me preguntabas si lo que escribía era sobre mí. Entonces no lo dudé. Te contesté que sí. Que siempre lo que escribía era sobre mí. Sobre cosas que me habían pasado, había pensado, soñado, imaginado, leído u oído. A veces ficciones y otras veces realidades, sobre mí y lo que me rodea. Siempre sobre mí, pero que lo que seguramente no podrías saber es sobre quien más, añadí.

domingo, 6 de junio de 2010

despedida


Te observo, reflejado en el líquido viscoso sobre el suelo de cerámica. Oigo que me chillas algo incomprensible. Varias veces. No te entiendo. Intento leer tus labios en el reflejo, pero me siento demasiado débil para concentrarme. Cierro los ojos. Oigo como tus pasos se acercan hacia mí. Te siento muy cerca. Me gritas aún más fuerte mientras me zarandeas. Vuelvo a abrirlos y consigo enfocar la vista sobre tus ojos, en los que leo el pánico, bajo la mirada hacia tu mano, que sostiene la cuchilla, y puedo ver tu cara, surcada por enormes lágrimas. Cierras los ojos y me abrazas. Ninguno de los dos podía seguir luchando. No podías continuar rescatándome siempre. Ahora el abismo es demasiado profundo. Quédate aquí. Déjame ir, pero prométeme que no te olvidarás de mí.

miércoles, 2 de junio de 2010

ciborg


¿En qué momento ocurrió? Me he convertido en un ciborg. Si no te fijas demasiado, es posible que no te des cuenta. Observo mis manos. Son diferentes, más rígidas, mis movimientos son mecánicos. Ya no siento latir la sangre en mis muñecas. Solo un débil tic tac bajo mi piel. Solo un preciso engranaje moviendo cada pieza. Cierro los ojos, suena un clic metálico y todo se vuelve oscuro. Ahora veo la realidad distorsionada a través de dos pequeñas bolas de cristal. Algo ha cambiado, aunque tú no lo sepas. Te acercas, sin sospechar nada, me tocas y solo te responde el frío metal. Tal vez ya no tenga sentimientos. Me hablas, y tus palabras resuenan en mi cabeza vacía.