lunes, 30 de agosto de 2010

pingüinos


Abro la nevera y allí está, mirandome con sorpresa entre un brick de leche y una rodaja de melón. Es mi pingüino favorito. Le ayudo a salir del frigorífico, abro el congelador y le tiro un pescado cubierto de hielo que coge al vuelo. Busco la sombrilla china, le cojo de la pata y nos vamos a dar una vuelta, a recorrer sin prisa las calles desiertas de Madrid, aprovechando los últimos días de calor de este asfixiante mes de agosto.

jueves, 19 de agosto de 2010

la ciudad de plástico


El vagón de metro está prácticamente vacío. Me siento a leer durante el trayecto. El viajero que va a mi lado me mira fijamente. De forma brusca abre un maletín y saca un revólver. Me apunta directamente a la cabeza y dispara. Cierro los ojos. El libro cae al suelo. La detonación ha sido brutal. Pero no hay impacto, no ha pasado nada. Abro los ojos. El humo invade el vagón mientras el tren se detiene. Una sombra se escabulle precipitadamente hacia el andén. Miro a mi alrededor. Ya no hay viajeros. Son solo figuras inmóviles, maniquíes con brillantes ojos de cristal. Están detenidos en el tiempo, escrutando el infinito en el interior del túnel. Encadenados a la oscuridad. Fuera de este tren ya no queda nada. La ciudad está desierta. Sus habitantes han sido exterminados. Una niebla grisácea y pegajosa ha comenzado a cubrirlo todo. No se escucha ni un solo sonido. El silencio es sepulcral. La ciudad entera se convertirá en plástico, en residuos, en kippel.

martes, 17 de agosto de 2010

mentiras mínimas



La luz del exterior se cuela por las rendijas de la persiana. Dibuja formas caprichosas sobre la pared. Mira cómo se mueven, hipnotizada por sus formas cambiantes. No puede dormir, tiene los ojos abiertos, y una sonrisa le ilumina la cara. Está tumbada sobre la cama deshecha, él está a su lado, rodeándola con sus brazos. Se ha detenido el tiempo en esta mañana de domingo. Observa su reflejo borroso en el espejo. No es perfecta, no tiene un cuerpo espectacular, ni una personalidad arrolladora. No hace falta, por fin se ha dado cuenta. Después de años de complejos, de intentar alcanzar un ideal imposible de mujer, lo ha descubierto. No cambiaría nada de este momento. Ni sus palabras, ni sus miradas, ni sus caricias. Todo permanecerá anclado en su memoria. Un recuerdo nítido. Sobre todo su forma de hacerla sentir la persona más especial que nunca ha conocido. Tal vez todo sean ilusiones efímeras. Tal vez mañana todo esto formará parte de un pasado sin futuro. Tal vez sea una pequeña mentira. Pero esta mínima ficción le ha devuelto la confianza en la realidad.

lunes, 2 de agosto de 2010

torpeza emocional


Nunca se me dió bien. Siempre he sido demasiado torpe para manejar las emociones. No sé como comportarme con las personas. Sobre todo con aquellas que me importan. Los objetos, inanimados, compuestos por multitud de piezas que forman un rompecabezas, son sencillos. Solo hay que encontrar la manera de encajar cada una de ellas. Las personas son demasiado complejas. Nunca he logrado entenderlas del todo. Es imposible saber qué piensan, qué esconden, qué sienten, qué anhelan. Es imposible saber qué desean. La información se mezcla en un maremagnum de ideas, de gestos, de segundas intenciones, de palabras no pronunciadas, de pensamientos escritos entre líneas. Hace falta un sexto sentido del que yo carezco. Me siento como un robot mal engrasado entre seres que se elevan por encima de mí. Intento hablar y mi voz suena enlatada, como si el sonido de una antigua cinta magnética brotara de mi garganta. Cada movimiento, ortopédico, va precedido de un chirrido agudo que solo presagia una próxima ruptura en mil pedazos. Me arrepiento segundos antes de dar un paso. Mi voz se quiebra antes de pronunciar palabra alguna. Me invade el pánico antes de acercarme a tí. Preferiría que me tragara la tierra antes de confesarte lo que siento.

domingo, 1 de agosto de 2010

enredados


Te dejaste enredar en mis palabras aquella vez, sin saber dónde te metías. Me seguiste el juego. Sin darte cuenta de que un juego puede ser muy peligroso. Seguiste el hilo y te adentraste demasiado en el laberinto. Las palabras pueden ser más afiladas que una daga. Preferiría no haberlo escuchado de tus labios. Hay palabras que duelen. Ahora no encuentras la salida. Caes en espiral. Tal vez ya sea demasiado tarde. Echa la vista atrás e intenta recordar el principio. Da vértigo volver a caer en el abismo. Demasiado vértigo para volver a empezar desde cero. Enredados en la madeja, seguiremos perdidos en historias sin sentido.