domingo, 13 de julio de 2014

30.


Acabo de cumplir 30. Y da vértigo. Mucho vértigo.

No porque nada cambie de la noche a la mañana, porque todo sigue igual que ayer. Pero sí porque es un número demasiado simbólico. Se te caen todos los estereotipos encima: a esta edad ya no solo tienes que ser independiente, sino tener pareja e incluso estar pensando en formar una familia, ya tienes que tener un trabajo decente, ya tienes que tener los pies en la tierra, ya has caído de pleno en el mundo de los adultos, etc, etc.

Pero no es así, porque "ya tienes que tener" muchas cosas que en realidad no tienes. Y no las tienes por un cúmulo de circunstancias: desde la crisis, que encontrar un buen trabajo no es tan sencillo, a que simplemente aún no se ha cruzado en tu camino tu media naranja, o peor aún, a que todavía sigues un poco perdida…

Así que bueno, solo eso, que ya tengo 30 años y que todo sigue igual. Lo que tenga que llegar, llegará. O no. Y lamentarse porque no encuentras el sentido a tu vida, tampoco tiene mucha lógica, porque tal vez no tenga ningún sentido y en eso consista precisamente: únicamente en vivirla.

lunes, 28 de octubre de 2013

nostalgia


Tal vez sea solo que me pone triste que anochezca tan pronto, ser consciente de que ya es otoño, pero me he levantado con un nudo atenazándome el estómago. Al salir, caminando como una autómata, no sé como he acabado deambulando sin rumbo por las pequeñas callejuelas de Malasaña. Y de repente me han asaltado montones de recuerdos olvidados, he empezado a darle vueltas a la cabeza, a pensar cómo cada persona que se cruza por tu vida deja un pedazo de sí, apenas nada, un detalle para echarles de menos. Y me ha hecho sentir cada vez más triste. Aún con más nostalgia. A veces me pregunto si yo también seré parte del olvido de alguien, si un mínimo gesto hace que se acuerden también de mí. Imposible saberlo. Sigo caminando, me cruzo con desconocidos, que también caminan a la deriva, y de momento, siento pánico a encontrarte al girar cualquier esquina. A verme reflejada en tus ojos. A darme de bruces con la realidad. Sin poder escapar. Sigo andando, cada vez más rápido, para salir del barrio, pero no puedo evitar esa sensación de ligero vértigo, de estar desierta, vacía por dentro. Y sigo sin encontrar las palabras adecuadas, no puedo parar de imaginar mentiras, o como prefiero llamarlas, ficciones para los días nublados.

viernes, 12 de abril de 2013

irracionales


No sabe por qué fue. Si fue porque en cuarto de primaria en un ejercicio de clase tuvo que explicar cómo vender una nevera a un pingüino, y le fascinó como la profesora argumentó que serviría de calefacción al estar a más temperatura que el exterior. O si fue al ver la facultad de la película de Tesis, con sus oscuros pasadizos, que le parecían un escenario inmejorable para crear historias. O si tal vez fue esa entrevista a la que acudió una mañana, con muchas ganas, pero sin saber muy bien dónde se estaba metiendo. No sabe por qué terminó aquí.

No sabe cómo fue. Seguramente fueron una multitud de pequeñas coincidencias. Que se fueron entrelazando. No puede explicarlo. Por eso está buscando constantemente respuestas, se rodea de datos, para pensar que sabe lo que hace, que todo tiene sentido. Pero nada más lejos de la realidad, crece y se da cuenta de que todo sigue siendo un juego de niños. Que está más perdida de lo que cree. Que va a la deriva, sin rumbo, dejando que los dados decidan el destino.

Y eso mismo les ha vuelto a pasar a ellos. La primera vez que le vió, pensó que si le sonreía al mirarle a hurtadillas, mientras compartían un café, estaría ahí para siempre. Del mismo modo él pensó, cuando ya se iban, que si al girar la esquina, el próximo coche era rojo, se querrían para toda la vida. Pero no acertó. Quién sabe, si la hubiese querido de verdad, habría utilizado todos esos datos que almacena en su cabeza, y quizás hubiera apostado a que el coche sería blanco. Pero no lo hizo, no jugó bien sus cartas, y sus caminos siguieron paralelos.


martes, 9 de abril de 2013

así es


Y te das cuenta que la vida es esto. Es caer y levantarte, es llorar y reir, es querer a quien te quiera, y a quien no te quiera, pues te olvidas.




lunes, 8 de abril de 2013

principio


Me sorprende la facilidad que tenemos para no ver lo que no queremos ver. Está ahí, pero es invisible a nuestros ojos. Solo porque no queremos verlo, porque no cuadra con lo que imaginamos. Es mucho más fácil que enfrentarse a la realidad.

Pero a veces te das de bruces con ella. Y se te abren los ojos en un instante. Y eso es bueno. Porque empiezas a ver lo que hay, y no lo que quisieras que hubiera.

Y todavía me fascina más la capacidad de olvidar. Porque los errores son para aprender, pero no para perderte en ellos. Para olvidar y mirar hacia delante. Sin recuerdos que te lastren ni pensamientos que te aferren al pasado.

Para poder volver a empezar. Volver a inventar un principio.

sábado, 6 de abril de 2013

un sábado cualquiera


Tal vez haya formas peores de empezar un sábado, pero ahora no me viene ninguna a la memoria. Dormir dos horas. Dar vueltas en la cama mirando al techo, tres. Madrugar. Despertarte cuando faltan tres cuartos de hora para que suene el despertador. Mal humor. Exceso de información. Sentirte completamente idiota.
I-d-i-o-t-a. Así, deletreándolo despacito. Demasiada cerveza. Naúseas. Café. Dolor de cabeza. Cinco horas de clase. Trescientos minutos. Café. El tiempo se ha detenido. Más café. Móvil sin batería. Está nublado y hace frío. Está nublado, hace frío y parece que va a llover. Siesta. Vecinos que gritan y no te dejan dormir. Bucle.

El horóscopo dice que sería buena idea algún capricho que me ilusione, y que esta semana se van a potenciar mis poderes paranormales. Traducción: se aceptan mimos y regalos, y no penséis muy alto, que igual vuelvo telépata del fin de semana, y sinceramente, hay cosas que preferiría no saber.

domingo, 10 de febrero de 2013

días nublados


Podría decir que te echo de menos, pero miro un instante hacia atrás y me doy cuenta de que no es así. De que en realidad se trata de un sentimiento encontrado, tristeza y alivio. No es nostalgia, ni tampoco cariño. Me siento confusa, pero tranquila. Es un paso que no habría dado sola, quizás soy demasiado cobarde, o tal vez quería pensar que cambiarías. Ya sabes, siempre tuve cierta tendencia a engañarme. No sé cuáles son tus motivos, si es que hay alguno, solo sé que ya no voy a naufragar nunca más en tu océano, porque el azul de tus ojos es ahora de hielo. Y sinceramente, para ir a la deriva, siempre preferí evitar los días nublados de invierno.