miércoles, 30 de diciembre de 2009

pasatiempo


No sé qué pasa por tu cabeza. De verdad que he intentado averiguarlo, pero no lo sé. A veces pienso que te aburres, y que yo te distraigo. Otras veces, no puedo ni imaginarme por qué lo haces. Quizás, sencillamente, tú ni te lo plantees, y tal vez, no te reconozcas al leer entre líneas. Pensarás que hablo de un extraño, de alguien que no existe y que me he inventado. Tengo la sensación de que soy como un juguete para tí, un mero entretenimiento para matar el rato. Juegas conmigo, pero he de reconocer, que ni siquiera puedo asegurar, que sea tu pasatiempo favorito.

domingo, 27 de diciembre de 2009

inercia


Hace algún tiempo que dejaste de luchar. No recuerdas ni siquiera cuándo fue. Simplemente, sabes que desde ese momento te dejaste llevar. Te dejaste arrastrar por la corriente. Nada importa desde aquel día. Lo mísmo te da estar aquí que allí, estar despierta que dormida, estar viva que muerta. Solo sabes que vas a la deriva. Tu vida ya no te pertenece. Es de nadie. Te dejas llevar por la inercia. Sin oponer resistencia.
Pero llegará un momento en que eso no sea suficiente para seguir. Y entonces, no sabrás qué hacer. Porque has olvidado cómo se hace nada, te has convertido en una marioneta. Eres tan solo una sombra difusa de lo que fuiste. Y ahora, tal vez, nada de aquello se pueda volver a recuperar ya. Ahora, tal vez, no merezca la pena echar la vista atrás.

lunes, 21 de diciembre de 2009

luces de Navidad


Camino despacio, un paso detrás de otro. Piso con cuidado la nieve, que durante el día se ha convertido en hielo. Intento mantener el equilibrio mientras sujeto el paraguas por encima de mi cabeza. Bajo la lluvia, Madrid es un maremágnum de luces y ruidos. Sin darme cuenta, me descubro cantando por lo bajo y saltando en los charcos. Por un instante, me estremezco, yo que siempre he odiado estas fechas. Las luces de Navidad adornan toda la ciudad. Entre la niebla, las fachadas parecen gigantes acechantes, grandes juegos de marcianitos pixelados que cambian la iluminación en cada ventana. Los edificios se desdibujan entre las gotas, que caen desde un cielo gris plomizo. Las luces circulares sobre el horizonte en Castellana hacen presagiar una futura invasión colorista. Los árboles luminosos en Atocha sobreviven entre el tráfico dando la ilusión de una primavera helada. Poco a poco, las luces van cambiando hasta llegar a cada barrio. Tramo a tramo, van difuminándose, hasta dejar paso a la oscuridad, allí donde la ciudad olvida sus límites.

domingo, 20 de diciembre de 2009

te pierdo


Te pierdo. Cada vez te siento más lejos. Como si un muro invisible nos separase cada vez más. Sé que te estoy perdiendo. No es solo la distancia. Te estás desvaneciendo. Es un proceso lento, pero imparable. Poco a poco, hasta que llegues a desaparecer completamente. Comenzó hace un tiempo, cuando cerrabas los ojos al cruzarte conmigo. Cuando dejaste que el silencio se adueñara de nuestras palabras. Cuando decidiste dejar de verme. Cuando decidiste que dejara de existir. Es entonces, cuando comencé a perderte. Porque tú también, quisiste perderme a mí. Y así ahora, somos dos desconocidos que no tienen nada que decirse, entre los que solo hay un profundo vacío imposible de salvar.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

madera


Le gusta encerrarse en su taller las tardes de invierno. Fuera, hace frío y la lluvia repiquetea en los cristales, cubiertos de vaho. Dentro, el ambiente es cálido, el ruido del torno es ensordecedor y el olor de la madera invade todo. Poco a poco va tallando cada pieza, con paciencia, con esmero, como un artesano. Las virutas flotan en el aire, caen despacio y se acumulan sobre el suelo. Comienzan a surgir formas de cada bloque, aparecen vetas oscuras que surcan la figura, rompiendo su monotonía. Cada talla es distinta, las encera con cuidado, puliendo minuciosamente cada uno de sus recovecos. Para él son robustas, pero a la vez tan frágiles, como si en vez de en madera, estuvieran talladas en cristal. Las mima entre sus manos. Una vez que están terminadas, vuelve a colocar todo en su sitio, cierra la puerta, y sale de nuevo al frío.

lunes, 14 de diciembre de 2009

personajes secundarios


Están encerrados en el mismo decorado. Ambos en el mismo fotograma. Son dos extras que nunca llegarán a conocerse. Solo coinciden un instante, o tal vez, muchos momentos ficticios repetidos, pero que en realidad son solo un único momento fragmentado. Él viaja dentro de un autobús, y ella espera en un cruce, con la mirada perdida en el infinito. Son dos individuos cuyos caminos se entrecruzan por casualidad. Son dos personajes secundarios en una película que protagonizan otros. Son dos extraños cuyos destinos nunca se confundirán. Son dos historias perdidas que nunca llegarán a encontrarse.

domingo, 6 de diciembre de 2009

a mi lado


Eres como una caja de sorpresas. Estoy tan poco acostumbrada a las muestras de afecto, que cada uno de tus detalles me fascina. Espero ansiosa a descubrir cual será tu próximo paso. Pero al mismo tiempo tengo miedo. El pánico me bloquea y no sé qué hacer. Soy consciente de que no respondo como debería, como te mereces, pero no lo puedo evitar. Sólo sé que, pese a la confusión, esto debe ser bueno, porque eres capaz de hacerme ver más allá de lo que tengo ahora. Eres capaz de devolverme algo de lo que perdí. Eres capaz de hacer que se desvanezca el mal humor con que me levanto por las mañanas. Lo que aún no sé, y creo que prefiero no saberlo, es cuánto durará esta situación. Cuánto tiempo aguantarás a mi lado.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

miradas


Me gustan tus ojos. Siempre me ha fascinado la manera en que me miras. Entornas los ojos, y me observas curioso. Me quedo muy quieta, sientiendo cómo tu mirada recorre despacio todo mi cuerpo. Se detiene. Nuestras miradas se entrelazan un instante. Pero no dura mucho. En seguida desvío la mirada, tímida. Me perdería durante horas en esos ojos azules, sumergida en sus aguas tranquilas. Me encanta cómo me miras. Cada una de tus miradas es una caricia en la distancia. Cierro los ojos, conteniendo el aliento. Cada vez que me miras, se para el tiempo.

martes, 1 de diciembre de 2009

voces


O de cómo una voz se vuelve imprescindible. Sobre multitud de voces. Se confunden mezcladas entre el silencio. Múltiples voces difuminadas, poco a poco se vuelven nítidas. Se distinguen unas de otras. Voces suaves, que hablan lentamente. Voces cautas que esconden secretos. Voces que te susurran al oído, que te llevan de la mano hacia lo desconocido. Poco a poco una se diferencia del resto. Una única voz que te habla despacio. Una voz envolvente que deja caer cada palabra como si fuera un pequeño tesoro. Una única voz que no puedes dejar de escuchar. Una voz que se vuelve necesaria. Una voz que es como un hechizo. Que te sumerge en el más profundo de los sueños. Que te arrulla y te protege. Una voz cálida que te guía al cruzar la frontera. Una voz, lejana, que se pierde en tu memoria. Una voz, que de nuevo, al despertar, se confunde con las otras. Esa voz que de manera imperceptible, se va apagando hasta desaparecer, pero cuyo eco aún resuena en tu cabeza.

lunes, 30 de noviembre de 2009

muñeca de trapo


No es la muñeca más bonita. No tiene una preciosa cara blanca de porcelana. Ni tiene unos bonitos ojos verdes de cristal. Ni una boquita pintada de color rosa. Pero es tu muñeca preferida. Esa pequeña muñeca de trapo. Está ya un poco vieja, con su pelo de lana deshilachado, sus coloretes difuminados y sus ojos tristes pintados sobre la tela. Tal vez no sea la muñeca más bonita, pero es la que más quieres. Es el juguete que nunca podrás olvidar. Cada vez que juegas con esa muñeca, despiertas recuerdos. Cada vez que te sientes sola, te refugias en este pequeño pedazo de tela. Cada vez que miras esa muñeca, echas un vistazo hacia atrás en el camino. Cada vez que la encuentras, sabes quién está contigo. Cada vez que la ves, sabes que tendrás algo que echar de menos.

jueves, 26 de noviembre de 2009

inestabilidad


Puede que aún no lo sepas. Pero tienes una cualidad innata para destrozar todo lo que tocas. Eres como una molécula inestable. Tu universo se hace jirones a tu alrededor y nadie puede evitarlo. Ni siquiera tú. Solo observas impasible la destrucción. Cierras los ojos y te refugias en la oscuridad. Te envuelves en tu fría coraza. Hielas todo lo que se esconde bajo ella, si es que algo de lo que fuiste aún queda. Si es que no es vacío lo único de lo que está repleta. Todo se desvanece ante tu mirada gélida. Todo se fragmenta lentamente. Como pétalos marchitos, como pequeños trozos de papel que se deshace quebradizo entre tus dedos. Y cuyos pedazos, diminutos, se pierden para siempre con el viento.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

el muro


Hace veinte años ya, y podría ser ayer. Vuelvo a casa caminando, despacio. Es el momento del día en que mejor se piensa. Es de noche, las luces iluminan vagamente los adoquines, y las ideas se entremezclan al arrullo del tráfico en la metrópoli. Ya no existe aquel muro. Sin embargo, habrá otros. Es fácil llegar a crearlos, sin apenas darse cuenta. Un día, de la mañana a la noche, están ahí. Nadie sabe cómo han aparecido. Ni por qué. Se repiten los mísmos esquemas. Se cae en los mísmos errores. Es una espiral sin sentido y sin final. Es tan sencillo dejarse arrastrar y tan difícil salir. Es de nuevo, el eterno retorno de lo mísmo. Hace veinte años, y parece que fue ayer. Llego al portal, busco las llaves, que tintinean dentro del bolso y entro al apartamento. Cierro la puerta. Me quito las botas y camino a oscuras descalza. Aquí y ahora, todo es silencio.

martes, 27 de octubre de 2009

presente


Hay dos tipos de personas: los que miran hacia atrás y se asoman al abismo del pasado, y los que miran hacia delante y sienten vértigo ante el futuro.
Ahora, anclado en este presente perpetuo, solo debes decidir a cual de los dos grupos perteneces.

martes, 13 de octubre de 2009

aviones


Oyes el zumbido infernal de los aviones sobre tu cabeza. Levantas la mirada hacia el cielo. Cierras los ojos lo más fuerte que puedes y te tapas los oídos con las manos. En alguna vida pasada has debido vivir una guerra. Nunca soportaste los aviones. Sientes pánico. Se te ponen los pelos de punta cuando los ves acercarse desde lo lejos. Sobrevuelan la ciudad. Los aviones vuelan cada vez más cerca del suelo. No puedes hacer ningún movimiento. Estás paralizada. Este ruido atronador no tiene fin. Aprietas aún más las manos para dejar de escucharlo. No hay remedio. Está dentro de tu cabeza.

jueves, 1 de octubre de 2009

al azar


Vuelves a hacer como cuando eras pequeña. Dejas las decisiones importantes al azar. Si te encuentro al bajar las escaleras, me voy contigo. Si cuento hasta tres y nuestras miradas se cruzan, puedo dar un paso más. Pero tal vez ya no haya destino. Te sientes ajena a lo que te rodea. Eres un extraño en un mundo incomprensible. ¿En que momento dejaste de ser protagonista para convertirte en un mero espectador? ¿En qué instante empezaste a ver la vida pasar por delante de tus ojos sin mover un solo dedo? Tal vez también esto fuera una casualidad. Decidiste dejar de decidir, y ahora te arrastra la corriente.

lunes, 28 de septiembre de 2009

abajo


Abajo. Tan abajo que nunca podrías pensar que se puede volver a subir. Tan abajo que prefieres que nadie se acerque a tí, porque los arrastrarías contigo hacia tu infierno. Tan abajo que tan solo mirar hacia arriba y ver la luz te da vértigo. Caminas deprisa. Casi chocas con la gente que abarrota las calles. No ves a nadie. Solo son bloques borrosos. Las lágrimas te empañan los ojos. El rimmel corrido surca tus mejillas con dos líneas negras. Caminas deprisa. Nadie te ve. Nadie se fija en tí. Eres absolutamente invisible. Abajo. Tan abajo que estás al borde del precipicio. Tan abajo que pasa el tiempo y no ves una salida. Tan abajo como nunca lo has estado.

jueves, 17 de septiembre de 2009

arena


Bajo el sol, hundes los dedos entre la arena. Levantas un puñado en la mano y poco a poco la dejas caer, como si fuera un reloj. Pero no, aquí no existe el tiempo. Solo el sol. Te miro despacio. Tu piel resplandece, cubierta de pequeñas gotas de agua. Tienes los ojos cerrados. No puedes verme. Pero sabes que estoy aquí, contigo. Me acerco y dibujo con el dedo sobre tu espalda. Tranquilidad. Así me imagino el futuro. Porque el futuro está muy cerca, y allí estamos los dos, jugando como niños con la arena.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

incidencias


Estás frente al fax, mirándolo como si fuera una máquina extraterreste, con sus luces verdes y su pitido intermitente. Se enciende la pequeña pantalla y muestra un aviso amenazante: error de conexión, abrir tapa y desatascar papel.
Lo miras fijamente, intentando encontrar la tapa, el papel y apretando todos los botones disponibles, mientras la luz roja no deja de parpadear.
Te asomas a la puerta, buscas al informático y preguntas a media voz:

- Perdona, ¿me ayudas?
- Pon una incidencia.
- (Fuck)

Ahora estáis los dos observando esa máquina salida del infierno. Las luces siguen variando del rojo al verde. El pitido es insoportable. Él toca levemente el lateral del fax. Con excesivo cuidado, casi acariciándolo. Después, de forma brusca, da un golpe seco sobre un punto concreto de la superficie. Se apagan las luces. Apaga y reinicia. Ya está.

Su incidencia ha sido procesada con el número 5347.

martes, 1 de septiembre de 2009

ausencias


Camino despacio por el pasillo. La llave de hierro en mi mano izquierda es un peso liviano al que me aferro, es un pequeño lastre que me arrastra hacia el pasado. Atravieso el umbral a oscuras y llego hasta la salita. Apenas se ve nada, la habitación está en penumbra. Levanto ligeramente la persiana y la luz se cuela poco a poco por las rendijas, casi no puede atravesar las pesadas cortinas. Los objetos cobran forma, ahora puedo distinguir la vieja mesa de madera, con el brasero, y el colosal sillón junto a la ventana. Sobre el asiento aún hay un libro a medio leer; sobre la estantería, unas viejas gafas de metal y una pipa. La muevo entre los dedos, el olor dulzón del tabaco me trae a la memoria demasiados recuerdos. Cierro los ojos y puedo verme allí, envuelta entre humo, entre sombras, sentada sobre la alfombra escuchando una y otra vez las historias que con voz grave y quebrada, brotaban de sus labios. Nos acercaban a otras vidas, nos catapultaban a otros mundos, a otro tiempo que ya no habría de volver. Y el recuerdo de sus palabras llena el espacio donde ahora solo habita la ausencia. Donde ya nunca volverá. Con cuidado, dejo la llave junto al libro, echo un último vistazo a la habitación y en silencio, recorro el camino inverso sobre mis pasos. Salgo y sin volver la vista atrás, cierro la puerta.

[*palabras ilustradas: Igan & ZiRTäeB ]

lunes, 31 de agosto de 2009

random


Clack. Pulsa un botón. Silencio. Momentos musicales. Clack. Sonido. Clack. Silencio. Clack. Música aleatoria. Cierra los ojos. Vuélvelos a abrir. Cada vez que pulsas el botón cambia. Clack. Todo cambia. Diferente música, diferente situación. Diferentes colores, diferentes olores, diferentes sensaciones. Clack. Pausa. Un breve momento de tranquilidad. Clack. Todo se sucede a una velocidad de vértigo. Clack. La vida es lenta, una melodía instrumental. Pero solo dura un instante. Clack. Ahora cambia el ritmo, aumenta el sonido, va in crescendo, muy rápido, elevando el volumen, hasta llegar al estallido final. Clack. Respira. Quítate los auriculares. Regresa a la realidad. Escucha el exterior, las conversaciones ajenas. Las voces, los susurros, los sonidos cotidianos de la calle. Se ha hecho demasiado tarde. Apresúrate. Clack. Deja la música en stand by, para cualquier otro momento.

martes, 11 de agosto de 2009

Lisboa


Cierra el libro con cuidado, marcando las hojas entre sus dedos. Levanta la cabeza distraída, con la mirada perdida. A lo lejos se escucha música de fado, con su canción profunda y triste. Es la banda sonora perfecta para este instante. Coge la cucharilla y remueve con cuidado el café, oscuro y amargo. Es la hora del atardecer en que se funden dos luces, se esconde el sol para dar paso a las estrellas. Al fondo, se ve el azul del Atlántico, que poco a poco se cubre de tonos naranjas. Observa la calle, con su bullicio habitual, como lentamente se va quedando en silencio. Es la ciudad perfecta para este momento. Entonces se levanta y comienza a caminar despacio. Atraviesa la plaza, es tarde, y acaba de perder el tranvía. Paso a paso va arrastrando su melancolía. Se mueve fugaz como un espectro, pasa como una sombra deslizándose sobre los adoquines. Para ella, Lisboa siempre será la ciudad del desamor. La ciudad donde su historia se perdió en el olvido.

lunes, 10 de agosto de 2009

lluvia


Llueve. Veo las gotas resbalar por el cristal. Hace un tiempo, dibujaría con un dedo sobre el vaho del vidrio, dentro de unos años, me preocuparé porque los cristales se ensucian. El cielo está plomizo. Llueve y llueve. Ahora solo observo llover tras los cristales. Es una lluvia fina que empapa el suelo. Es una lluvia que cae en silencio. A lo lejos, se ve el resplandor de un relámpago en el cielo, pero el ruido no llega hasta aquí. Entre las nubes se cuelan a veces algunos jirones de sol. Pero sigue lloviendo. Llueve y llueve hasta hacerse de noche. Entonces, abro la ventana de par en par, para sentir el olor a tierra mojada que inunda toda la casa.

jueves, 6 de agosto de 2009

sputnik


- ¿Qué estás leyendo?
- "Sputnik, mi amor" de H. Murakami.
- Sputnik en ruso quiere decir compañero de viaje.
- Lo sé.
- Repítemelo otra vez.
- ¿El qué? ¿Sputnik o mi amor?


[conversaciones imaginarias sacadas de contexto, vol.1]

lunes, 3 de agosto de 2009

esquirlas


Te envuelves en una coraza de acero, acurrucada debajo del metal. Te haces más y más pequeña, diminuta. No dejas que nadie te vea. Solo ves la realidad por una estrecha rendija. Te imaginas un mundo de sombras, donde nada es real, donde nada es mentira. Todo es como lo imaginas. No sabes lo que es la realidad. Te haces más y más pequeña, hasta desaparecer. Hasta que alguien sea capaz de abrir el complicado engranaje, y descubra que allí ya no queda nada. Que te volviste frágil como el cristal, y te hiciste añicos con un soplo de brisa. Que ahora solo quedan allí minúsculas esquirlas de vidrio.

jueves, 30 de julio de 2009

mercado de abastos


Recuerdo cuando era pequeña, uno de esos días en que estás lo suficientemente malo como para no ir al colegio, pero no lo bastante como para quedarte en cama. Entonces, por no dejarme sola en casa, mi madre me llevaba con ella a hacer los recados por la mañana. Era un sensación indescriptible, te sentías especial por tener acceso a una situación prohibida, ya que en ese momento deberías estar en tu pupitre, jugando con la plastilina, hablando con otros niños o leyendo cuentos y no en la calle ni en el mercado. Ahora de mayor, te parece una nimiedad, pero cuando eres pequeño, todo parece un mundo. Y cada uno de esos mundos es un nuevo mundo fantástico por descubrir. Recuerdo ir a hacer la compra al mercado de abastos. Lleno de gente y de ruido, aquello era toda una aventura. Donde ahora solo ves colas interminables y rutinarias obligaciones, antes era el paraíso de los sentidos. Sobre todo amplificado por las décimas de fiebre que iban aumentando según pasaba el día. El color inundaba los puestos: el naranja de las zanahorias y los melocotones, el rojo de los tomates y las fresas, el granate de las cerezas, el verde del brócoli y las espinacas, el amarillo de los plátanos. Los frascos de los encurtidos, minuciosamente ordenados, formaban una hilera perfecta sobre su estante. La carne, sobre las heladas baldas de metal, chorreaban aún sangre y casi podías sentirla palpitar. Los sacos de legumbres diminutas, todas diferentes, tan perfectas que te gustaría hundir la mano entre ellas para sentirlas entre los dedos. Los pollos, desplumados y pálidos colgaban de ganchos sobre el mostrador. Los peces te miraban con sus desamparados ojos muertos y cristalinos, mientras los cangrejos aún luchaban por escaparse de la malla moviendo sus patitas articuladas. Era como una gran orgía sensorial, desde el olor a galletas de la panadería al frío del hielo que conserva el pescado. A veces pienso, que ahora, deberíamos intentar volver a ver el mundo con los ojos de los niños que fuimos, seguiríamos fascinándonos igual que hace años.

lunes, 27 de julio de 2009

celos


Ningún sentimiento tan absurdamente irracional y tan atroz como los celos.
Ayer, a mitad de la noche se paró el universo cuando te ví besándola. Me imaginé que debía ser yo, y no esa otra chica, tu amante, el centro de tus atenciones, la causa de tus desvaríos y la dueña de tus pensamientos. Pero no soy yo, es ella. Y pudo haber sido cualquiera. Ahora los celos son algo tan estúpido como que hace algún tiempo yo mísma te dije que no. Esta es tu pequeña venganza y en este momento, me arrepiento.
He pasado la noche dando vueltas en la cama sin conseguir dormir, pensando en tus palabras, imaginando tus caricias, recordando tus ojos claros mirándome con deseo y tus manos recorriendo cada centímetro de mi piel. Pero es demasiado tarde, y ya solo puedo sentir tu ausencia, y esta mezcla de rabia y tristeza sin sentido.

viernes, 24 de julio de 2009

hechizo


Recuerdo que de pequeñas jugábamos a hacer magia. Era muy divertido, porque mis primos, algo mayores que nosotras, nos seguían la corriente, fingían caer en nuestros hechizos y cumplían nuestras órdenes como sumisos esclavos. En esos instantes, y aún siendo un poco consciente del engaño, te sentías poderosa. En esas tardes de sol y aburrimiento, te complacías observando la capacidad de tus superpoderes e incluso podrías vislumbrar un futuro no muy lejano, en el que contribuías a la salvación del mundo frente a diversas y horripilantes catástrofes. Tal vez tan solo era un juego de niños, pero son esas pequeñas cosas las que con el paso del tiempo rescatas en la memoria. Ahora me doy cuenta de cuanto agradezco haber vivido una infancia alejada de ordenadores, videoconsolas y cachivaches mecánicos de diversa índole, y poder haber sido feliz con cosas tan absurdas como una caja de cartón y un poco de imaginación.

viernes, 17 de julio de 2009

papiroflexia


Te veo concentrado en el movimiento de tus dedos sobre el papel blanco. Pasaría horas observándote construir figuras. Doblas cada pliegue con especial cuidado, y poco a poco el folio va cogiendo forma. Juegas con las hojas a construir universos paralelos de celulosa. Con paciencia infinita vas poblando esos mundos de pequeños seres níveos, bajo mi atenta mirada.
Cuando seamos mayores enseñaremos a nuestros niños a hacer origami, para que descubran ellos también el placer de entretenerse con algo tan sencillo como una simple hoja de papel.

miércoles, 15 de julio de 2009

mi ciudad contigo


Me quedaría horas en esta plaza. Rodeada de transeúntes que siguen su camino sin detenerse. A ras de suelo veo a la gente pasar. Todo gira a mi alrededor, solo yo estoy quieta, viendo las nubes correr entre los edificios. Es un oasis de tranquilidad en medio del caos urbano. 
Sé que echaré de menos estos atardeceres en la ciudad. Patear el asfalto, perderme entre las callejuelas. Descubrir pequeños detalles perdidos en los que nadie se fija. 
Pasaría tardes enteras mirándote a hurtadillas, sin necesidad de decirte nada, sintiéndote a mi lado. Perdería todo el tiempo del mundo escuchando tus historias, revolviéndote el pelo entre mis dedos, mientras a lo lejos se oye la banda sonora de esta ciudad, los músicos callejeros. 
Pero todo esto únicamente lo imagino, mientras recorro sola cada una de sus calles.
Sé que añoraré compartir mi Madrid contigo.

lunes, 13 de julio de 2009

luces estroboscópicas


Luz. Oscuridad. Destellos. Oscuridad. Luz. Te mueves al ritmo de la música. Apareces y desapareces en cortos intervalos. La luz diabólica te ilumina y en fracciones de segundo te devuelve a las tinieblas. Luz. Oscuridad. Colores. Juegas conmigo. Te mueves de forma frenética. Sonríes. Desapareces en las sombras. Te acercas. Vuelves a desaparecer. Me miras desde lo lejos. Luz. Oscuridad. Luz. Oscuridad. Ruido. Luz. Oscuridad. Me susurras al oído. Luz. Oscuridad. Bailas para mí. Luz. Oscuridad. Luz. Desapareces. Luz. Me coges de la mano y me arrastras por el túnel de gente. Luz. Oscuridad. Salimos a la calle. Me besas. Oscuridad total.

sábado, 11 de julio de 2009

música


Te veo sobre el escenario, sentado tranquilo frente al micrófono, entonando con tu voz melodiosa. Susurras las palabras como si no hubiera nadie más en la sala. Son tu victoria frente al silencio. No ves al público, solo sonríes, concentrado en la música. Y en ese momento te deseo. Deseo que me hables despacio al oído, que cantes solo para mí. Que me hipnotices con tus palabras mágicas. Que rompas la barrera del silencio para mí, más tarde, cuando estemos solo los dos. Que esto solo sea el principio del hechizo. Que sigas siendo una caja de sorpresas.

martes, 7 de julio de 2009

explosión


No se oye ningún ruido. Tengo los oídos taponados, el vacío que sigue a la detonación, ha llenado todo de silencio. Poco a poco, me reubico. Recuerdo dónde estoy, y qué ha pasado. Abro los ojos, entre el polvo, comienzo a distinguir vagamente las formas, los objetos que me rodean. Oigo tu respiración entrecortada, te busco casi a tientas a mi lado. Te cojo de la mano, bajamos por la escalera, y llegamos hasta la calle. Todo está cubierto por una espesa bruma. Avanzamos despacio entre los edificios en ruinas. Solo encontramos cadáveres en nuestro camino, ni rastro de ningún ser vivo. Tal vez nunca encontremos a nadie más, y estemos condenados a soportarnos. A lo lejos aún se puede distinguir un débil resplandor verde. Nada será igual después de la explosión.

domingo, 5 de julio de 2009

katiuskas


Te cuento lo que me pasa por la cabeza y sonríes. Me dices que soy imposible, y que nunca voy a cambiar. Que me busco los problemas donde todo podría ser fácil. Que necesito una certeza que no es posible conseguir, y que las dudas siempre estarán ahí, que nadie me va a ofrecer un contrato firmado para la posteridad. Que quiero una seguridad que no existe. Que él tiene todo el interés por mí que puede tener con lo poco que me conoce, que de otro modo, su comportamiento sería de psicópata. Me dices que esto es solo una pataleta absurda de niña caprichosa, que no me puedo enfadar solo porque un día no me haga caso, si yo tampoco le he ofrecido nada a cambio, él no puede adivinar lo que pienso. Me dices todo esto, abriéndome los ojos. Que somos dos idiotas, que ninguno sabe lo que en realidad quiere el otro, y ninguno se atreve a dar un paso más. Porque no sabemos si nos gana el miedo o la cabezonería de no dar nuestro brazo a torcer. Y sé que tienes razón, toda la razón del mundo. Pero en estos momentos, me siento como una niña pequeña con katiuskas metida hasta las rodillas en un charco bajo la lluvia. Y sé que tienes razón, pero no lo puedo evitar, sigo metida en el charco y la lluvia me está calando hasta los huesos.

viernes, 3 de julio de 2009

oscuridad


En la penumbra solo un punto de tu frágil cuerpo esta iluminado. La débil luz que entra por el ventanuco alcanza de pleno tu cuello blanco. Los rayos de luz inciden sobre tu piel haciéndola parecer casi transparente. Se oye un ruido. Mueves tu cabeza hacia un lado, dejando caer tus rizos castaños sobre el hombro izquierdo y tensando aún más los músculos de tu espalda. Con este movimiento dejas al descubierto tu dulce garganta desprotegida. Te miro a los ojos, tú no me puedes ver en la oscuridad, pero sí sentir. Se adivina el miedo en tu mirada. Estás alerta, paralizada por el terror, solo tu respiración es agitada y desacompasada. Entreabres los labios, para buscar la última bocanada de aire, y yo solo oigo tu corazón palpitar acelerado, deseando probar la sangre que brota en cada latido.

lunes, 29 de junio de 2009

conversaciones frente a un microondas


- ¿Café solo?
- Sí.
- ¿Más?
- No, que luego no duermo.
- ¿Tienes insomnio?
- Sí.
- ¿Y qué haces? ¿Piensas en mí?
- ...


[diálogos del principio]

sábado, 27 de junio de 2009

autobuses


Mi tía ya ha subido al autobús, estoy en la plataforma esperando a que salga hacia su destino, y de repente te veo allí. Estás parado frente al vehículo, con la mirada seria. En un principio pienso que estás como yo, despidiendo a algún familiar, esperando a que el autobús comience su camino. Pero no, me fijo mejor y veo que tienes una maleta a tus pies, y un billete entre las manos. No sé a qué esperas, ni por qué no subes. Me imagino que estás esperando a alguien que no llega, porque miras insistentemente el reloj, y de vez en cuando alternas la mirada desde tu muñeca hasta el conductor, y luego al fondo de la estación, hacia las escaleras que vienen desde la calle, por donde llegaría un pasajero en el último momento. Pero solo avanzan los minutos, nada más se mueve. Decides meter la maleta en el coche, pero sigues con el billete arrugado entre tus dedos. Aún queda tiempo, supongo que piensas. Sigues allí de pie, abstraído en tus propios pensamientos. Entonces me imagino, cómo sería si fuera yo a quien esperas, cómo sería el reencuentro, y dónde escaparíamos, lejos de esta ciudad de asfalto. Y me da miedo, porque pienso que te pareces tanto a él, que todos sois clones de ese otro chico de mi pasado, que todos me parecéis iguales, que todos sois la misma persona, todos sois altos y morenos, con gafas de pasta negra y patillas, con vaqueros y camisetas modernas, todos tenéis la misma voz, todos sois un amargo recuerdo en mi memoria. Pero no, tú ni siquiera me has visto allí, soy para tí solo una sombra difusa que espera junto a tantas otras en el andén. Miras por última vez el reloj y decides subir. Y nunca sabré si esperabas a alguien que nunca llegó, o si simplemente, no querías montar aún. Yo, por si acaso, por lo que no fue, te despido con la mano desde abajo, hasta que el autobús se pierde en el horizonte.

jueves, 25 de junio de 2009

nuca


La reunión se alarga demasiado. Nos miramos entre nerviosos y aburridos, unos juegan con el bolígrafo entre sus dedos, otros bostezan disimuladamente, y la mayoría, desconecta y pierde la mirada entre el suelo y la pantalla. De repente te veo delante, en la silla. Levantas los brazos despacio, y te recoges el pelo con la mano, dejando ver en tu nuca una pequeña estrella tatuada. Jamás hubiera imaginado aquel dibujo sobre tu piel, ahora no puedo evitar verte con otros ojos. Me despierto completamente, dejando volar la imaginación. Ya no estamos allí, en aquella sala aséptica y fría, sino tumbados sobre la hierba, en una tarde de verano. Hace calor y tu piel brilla bajo el sol, te acaricio la espalda, siguiendo la línea de las vértebras hasta llegar al nacimiento del pelo. Recorro con mis dedos el pequeño tatuaje. Cada una de sus puntas, sus líneas de tinta. Pero en un instante, dejas caer tu pelo castaño sobre los hombros. El cielo se cubre de nubes, y se esconden las estrellas. Ya no se oyen las palabras monótonas de la presentación, levanto la cabeza, ha terminado, chirrían las sillas sobre el suelo de linóleo, nos vamos, dejamos la sala vacía.

miércoles, 17 de junio de 2009

entrevistas


Te sientan en una habitación vacía, en una mesa inmensa con una silla y un bolígrafo. Una hoja con un test interminable. Treinta minutos. Preguntas que se repiten una y otra vez con diferentes versiones. Preguntas trampa para comprobar tu nivel de tendencia a la mentira. Preguntas con truco. Preguntas estúpidas en las que ninguna respuesta es válida. Preguntas en las que todas las respuestas son correctas. Preguntas en las que te gustaría escribir una opción C que no existe. O una nota al pie para preguntarles si creen que tienes problemas mentales para elegir entre una de las respuestas propuestas. ¿Es que acaso quieren que comiences a pintar series de tres seises y cruces invertidas en los márgenes del folio? ¿O que firmes con tu propia sangre sobre el papel en blanco? ¿O que te levantes de la mesa y hagas trizas su maldita hoja llena de estupideces? Pero no haces nada de eso. Simplemente te imaginas en tu cabeza pequeñas venganzas contra ellos. Mientras, rellenas con tinta azul las casillas de cada una de las preguntas. Cuando terminas, sales de la habitación, entregas tu hoja amablemente al entrevistador y te despides con una sonrisa.
Otra entrevista más.

sábado, 13 de junio de 2009

besos de cereza


Busco en mi bolso el cacao de cerezas. Tras revolver todo, lo encuentro y lo saco. Lo abro lentamente y me lo acerco a los labios, mientras tú me miras ansioso. Has perdido el hilo de lo que decías por desviar tu mirada hacia mi boca. Es de cereza, te digo, rompiendo el silencio, huele muy bien. Y sabe mejor, pienso, pero no te lo puedo decir delante de todos. Veo en tus ojos que aún no sabes leer entre líneas, que aún no sabes descifrar mis palabras. Pero no sé si me da más miedo tener esta certeza, o sospechar que algún día, no muy lejano, cambien las cosas, y tal vez, me quieras.

martes, 9 de junio de 2009

reflejos truncados


Mira de reojo su reflejo en el espejo. La imagen distorsionada que le devuelve el cristal no es la suya. Es otro el que está allí atrapado. Es otro el que le hace muecas de desesperación. Es otro el que le mira fijamente a los ojos, el que pasados unos segundos interminables, le esquiva la mirada. Es otro el que se aleja hacia el lado contrario, es otro el que se da la vuelta y echa a andar. Es un camino sin retorno. Es un viaje hacia la nada. Haga lo que haga, el otro sigue allí. Es una pesadilla que se repite. Es el miedo a su propia ausencia. Un espejismo que le persigue. Es peor que una sombra sin rostro pegada a sus talones. Es un espectro que le roba su reflejo y se le aparece cada vez que se mira en un espejo.

sábado, 6 de junio de 2009

orden cuadriculado


A veces no nos damos cuenta, o nos olvidamos, pero reflejamos una imagen que tal vez no se corresponda con lo que pensamos que somos. Tal vez nuestra idea sea la equivocada, tal vez la de los demás. Quizás ninguna sea real. Nos sorprende de repente un comentario sobre detalles en los que nunca habríamos reparado, sobre manías que dejamos de percibir, sobre excentricidades que se han vuelto cotidianas.
Hasta que un día, merendando en la cocina, con tus galletas ordenadas en fila a un lado de la mesa, y la mermelada y la cuchara en el otro, sin previo aviso, la persona que tienes enfrente, comenta a modo de broma, que pones las galletas en línea, y que cuando tengas un novio le vas a dejar que te bese exclusivamente en horario de 8 a 10.
Ese es el momento en el que te planteas que tu vida es más cuadriculada de lo que quisieras, que tal vez hayas dejado de vivir para seguir manteniendo en pie esas cuatro paredes que forman tu celda, has dejado de escribir para no manchar de tinta el papel en blanco, has dejado de pensar para no verbalizar tus propias ideas, has dejado de sentir para que no fluya la sangre por tus venas. Has dejado de existir para no desordenar el espacio.

domingo, 31 de mayo de 2009

tormentas eléctricas


Cada vez que veo nublarse el cielo me viene a la cabeza una imagen de mi niñez. Cuando había tormenta, una de esas tormentas eléctricas con rayos y truenos, mamá, que les tiene pánico, cerraba todas las puertas y ventanas de la casa, bajaba las persianas y nos dejaba en la más absoluta oscuridad. Nos juntaba a todos en su habitación, tapaba los espejos para evitar el más mínimo reflejo de los relámpagos y nos metía a todos con ella en la cama. Allí rezaba a Santa Bárbara, aunque esta oración nunca nos la aprendimos bien, así que preferíamos la de San Gregorio, que a fuerza de escucharla nos sabíamos de memoria. Y allí estábamos todos entre tinieblas, murmurando y esperando el sonido inesperado de los truenos, ese sonido atronador y el estallido de los rayos, que hacían temblar todo el edificio, esas tormentas que estuviésemos donde estuviésemos, siempre estaban encima nuestra. Hasta que alguno de nosotros, se escabullía de la habitación, e iba hasta el baño, la única estancia de la casa sin persianas, y se asomaba de puntillas, para observar, fascinado, el cielo iluminado por relámpagos inmensos, la luz terrible de los rayos, el sonido que seguía inevitablemente a cada descarga. Allí abría tímidamente la ventana, para sentir el repiqueteo de la lluvia sobre los cristales, y que el olor a tierra mojada, el aire más limpio tras la tormenta, inundara toda la casa.

viernes, 29 de mayo de 2009

fotocopias


Estoy en la fotocopiadora, adormilada. Es demasiado temprano. Apenas hay cuatro o cinco personas en la oficina, aún no ha comenzado el bullicio de cada día. Pasas por detrás de mí y no me saludas. Ni siquiera te miro, pero sé que estás ahí, sonriendo. Te aproximas, acercas tus labios a mi nuca, me susurras al oido, se eriza cada centímetro de mi piel, siento un escalofrío. Con una mano me coges de la cintura y con otra me quitas el papel de entre los dedos. Me empujas hacia la máquina, de espaldas contra tí, pones la hoja sobre la superficie de cristal, bajas la tapa sujetando mi mano con la tuya y me rozas levemente el lóbulo de la oreja mientras aprietas el botón de copia. Una débil luz verde nos ilumina, solo por un instante. Coges el folio, me sueltas la mano y te separas. Noto mi respiración desacompasada, el pulso acelerado. Te alejas por el pasillo. No ha pasado nada. Ha sido tan breve. Queda entre nosotros dos, entre tú y yo. Nadie se ha dado cuenta de nada. Es aún demasiado temprano, por la mañana.

miércoles, 27 de mayo de 2009

de camino


Caminar es catártico. Un paso, otro paso, un pie, otro pie. Puedes ir escuchando música, o prestar atención al ruido a tu alrededor, el tráfico, las voces de las personas que se cruzan contigo, fragmentos de conversaciones, tus propios pensamientos.
Observas la calle, a la gente, cómo cambia, cómo pasa el tiempo, como sigue la vida en la ciudad. Ves a esa chica, tan pequeña y tan maquillada, te horroriza, pero recuerdas cómo te sentías a su edad, cuando te pintabas los labios de granate y te ponías tacones creyéndote mayor. O a esa pareja, una imagen desoladora, ella abrazada a él, sin soltarlo un instante, y él con los ojos abiertos, mirando hacia fuera, deseando escapar de esa prisión. O a ese anciano, que va caminando despacio, con su bastón, concentrado en cada uno de los movimientos que debe hacer para seguir andando.
Te mueves despacio, te abruman tantos detalles en los que habitualmente no te hubieras fijado, dejas de sentir tu cuerpo, te abstraes, solo sientes tus pasos, uno tras otro, solo ves el camino. Ya ni siquiera oyes lo que piensas, tu mente está en blanco. Te vuelves invisible. Observas, escuchas, te fundes con el aire, aún queda recorrido. Un pie, otro pie... catarsis cotidiana.

martes, 26 de mayo de 2009

clase B


Una compañera de trabajo, que para este texto denominaremos L. (siempre quise tener un estúpido diario con iniciales y puntos, en vez de nombres) nos contó la teoría que había elaborado un amigo suyo (sí, en el remoto caso de que leas esto, puede ser tu teoría, amigo desconocido de mi compañera) sobre los tipos de parejas que existen.
Hay fundamentalmente tres tipos de parejas: clase A, los extra-guapos, populares y perfectos seres, esa élite de super-humanos que solo encontramos en el celuloide o en lo más recóndito de nuestra imaginación, cuya imagen sirve para torturarnos eternamente al resto de los mortales. Clase B, a la que pertenece el 90% de la población, gente normal y corriente, ni demasiado guapos, ni demasiado feos, con su encanto, su atractivo, como dice L., cada uno tiene su público. Por último está la clase C, esas parejas raras, nacidas no se sabe si fruto del hastío o de la resignación, donde cada miembro del dúo piensa "me da menos asco él a mí que yo a él", esa gente rara, en el peor sentido de la palabra, inadaptados sociales, conscientes o no de su propia situación.
Tras un momento de reflexión, porque a pesar de las risas, la teoría parecía bastante válida, reclamamos la existencia de las parejas mixtas, que a nuestro juicio también existen, movidas por ocultos intereses que para nosotros oscilaban entre el dinero, el poder y otras perversiones, aunque para L. quedaban claramente relegadas a mezclas entre los dos primeros grupos, y bajo ningún concepto, híbridos con el tercero.
Con un punto de inquietud, preguntamos al unísono: "¿Pertenecemos a la clase B, verdad L.?".

domingo, 24 de mayo de 2009

femme fatale


Me gustaría que fueras mala, que hicieras daño con premeditación y alevosía, con verdadera intención, y no apenas sin darte cuenta, con tu despistado aire de femme fatale, de ingenua seductora devorahombres, ya que así, podría odiarte con tranquilidad, sin remordimientos ni sentimientos de culpa de ningún tipo. A ratos me gustaría que fueras consciente de tu lado oscuro, ya que así podría odiarte a gusto, así podría, yo también, saborear la venganza y disfrutar de mi propia maldad.

miércoles, 20 de mayo de 2009

un mediodía cualquiera


Estoy sola en la pequeña cocina de la oficina. Es raro que no haya nadie a estas horas. Llegas, subes las escaleras y te asomas. Me saludas con la mano. Todos los sitios están vacíos. Vienes hasta mi mesa y te sientas enfrente de mí. Te miro. Ambos tenemos la misma comida de tupper. Es la mesa de las lentejas, dices bromeando. No paras de hablar. Yo aún no he abierto la boca. Mira qué bien, nos han dejado la mesa para los dos. Empiezas a comer. Qué romántico, aunque mejor si me pongo en el otro lado, comentas. Te digo que no con la cabeza, mejor así. Te miro, creo que te doy un poco de miedo. Nunca te acercas demasiado. Comemos en silencio, una cucharada, y luego otra, despacio. Qué bien me caíste el otro día, me sueltas de repente. Asiento y te sonrío. Tú a mí también, pienso. Pero no te lo digo. Termino de comer. A tí aún te falta el postre. Me levanto y friego los platos. Hasta luego, te digo. Me miras desolado y te quedas allí sin decidirte a levantarte de tu silla.

martes, 19 de mayo de 2009

metereología



El pronóstico del tiempo para hoy anuncia lluvias intermitentes y episodios de irascibilidad variable. Asómate a la ventana y dime que no es eso lo que ves, sino un sol radiante e instantes inolvidables con intervalos de entusiasmo. Sorpréndeme con una sola palabra, como hacías antes. Llévame de la mano a un lugar muy lejano. Hazme reir. Devuélveme la ilusión en un día gris.

domingo, 10 de mayo de 2009

receta de bizcocho


Alguien me contó que el amor es como ese bizcocho de yogurt que todo el mundo dice saber hacer, el que nunca viene en los libros de cocina, porque es la típica receta que pasa de boca en boca. Para que dos personas se enamoren, solo hace falta tomar el vasito de yogurt como medida, calcular los elementos imprescindibles. Primero se mezclan los ingredientes: se baten los huevos con el azúcar. Se hace ver a cada uno de los dos, que el otro existe. Una vez mezclados, se añade la levadura con la harina, el yogurt natural y el aceite. Un par de comentarios en el momento exacto, van tanteando el terreno. Como toque especial, se añade ralladura de limón; esos pequeños detalles maravillosos, esas casualidades creadas que mantienen viva la ilusión del principio. Se bate todo con la batidora hasta que la mezcla sea completamente homogénea. Las ideas fluyen en solitario, se evalúan las posibilidades, se crean expectativas. Se unta de mantequilla el molde y se espolvorea con una ligera capa de harina. Se va preparando la situación, con la complicidad de algún amigo mutuo. Se vuelca la mezcla sobre el molde y se introduce en el horno a 170 grados, durante unos 35 minutos. Se concierta un cita romántica, y se deja a ambos disfrutar de una noche de ensueño. Se desmolda y se deja enfriar. Lo que pase más allá de ese día, es solo cuestión de dos. Se puede utilizar el bizcocho como base para postres más complicados: con fruta, con nata, con chocolate, o simplemente comerlo tal cual. La continuación no es tan fácil: las instrucciones no vienen en los recetarios.

sábado, 9 de mayo de 2009

desde su ventana


No se mueve de allí. Desde su ventana, la realidad está enmarcada por cuatro vértices, separada de todo por un cristal. Hace años que no sale del edificio. Observa el mundo exterior como quien realiza un experimento. Él es el científico loco que formula sus hipótesis, estudia a sus cobayas y luego saca conclusiones. Realiza pruebas, elabora teorías. Esa gente de fuera, esos extraños, su objeto de estudio, tienen vidas que él analiza, que llenan el vacío de la suya propia. Su visión está distorsionada por una lente de irrealidad: la que se desprende de la soledad. De su ausencia. De empezar a hablar con uno mísmo y contestarse en un diálogo imposible. De un monólogo preludio de la locura, en el límite de la desesperación. Desde su ventana. Desde esa habitación de paredes blancas, en la que oye voces a través de las paredes. Su habitación que da al patio, con una ventana por donde entra la luz, su habitación donde nunca le visita nadie. Nada ocurre, hace ya bastante tiempo, desde su ventana.

jueves, 7 de mayo de 2009

biblioteca


Ayer descubrí una biblioteca rarísima buscando el libro. Pasé un par de veces por delante sin advertir su pequeña entrada. Con su aspecto de antigua casa del centro, sus techos altos y sus viejas escaleras. Con todo el silencio de cualquier biblioteca. Pequeña, pero extrañamente encantadora. Los libros, viejísimos, usados, que esconden mil historias entre sus páginas, mil recuerdos de quien los leyó antes impregnados entre sus hojas, esos libros, con su tacto de papel viejo y sus tapas de cartón… no se pueden tocar. La búsqueda de un ejemplar ha sido sustituida, con toda su magia y misterio, por un frío número que susurras al funcionario gris de turno. Y él te lo da, tu pequeño tesoro en mano. Ahora empieza el relato...

miércoles, 6 de mayo de 2009

ascensores


Tengo una pesadilla recurrente. Bueno, no es una pesadilla, ya que estoy perfectamente despierta cuando me ocurre. Es más bien una alucinación. Llego al portal, saco las llaves, que tintinean entre mis dedos, deslizo la llave en la cerradura a uno y otro lado hasta que gira y abro la puerta. Entro y me quedo en el descansillo, a oscuras unos segundos, luego doy la luz y espero al ascensor. Entonces, allí sola, siempre imagino que cuando llegue el ascensor y lo abra, en vez de estar vacío, voy a encontrar una cadáver, la escena de un crimen. Veo perfectamente la imagen: una mujer de mediana edad, pelirroja, vestida con un traje de chaqueta, en una extraña posición sobre el suelo, y con los ojos abiertos, fijos en los botones manchados de sangre. No imagino nada más allá, qué haría, si gritaría, llamaría a emergencias, o cerraría de nuevo la puerta. Todo se esfuma cuando compruebo, entre el alivio y el desconcierto, que en el ascensor, como es habitual, no hay nadie.

domingo, 3 de mayo de 2009

horóscopo


Es tarde. No has dormido apenas esta noche, y es tarde. Apenas entra luz por las ventanas, debe ser una mañana plomiza. Oyes el agua golpear en los cristales. Llueve. Te levantas y vas a la cocina. Se han quemado las tostadas. El café está frío. No queda azúcar. Coges un periódico atrasado, y comienzas a leerlo. Empiezas por el final, es un manía que tienes desde pequeña. Lo abres y buscas el horóscopo del día (probablemente, de ayer). "Te querrán en la sombra" dice. Pues ya es hora de que salgan a la luz, piensas mientras masticas. Tampoco queda mermelada de naranja. Llueve. Es tarde.

sábado, 2 de mayo de 2009

sombras chinas


Juegas con la luz. Juegas conmigo. Por un momento te crees el amo del universo. No escuchas, solo hablas, multitud de palabras salen de tus labios. Juegas con tus manos, creas historias, manipulas a los personajes, son sombras chinas sobre la pared. No puedo participar. Solo me dejas ser una mera espectadora, a la que esperas deslumbrar con tus trucos de trilero. No eres más que un charlatán, que cree saberlo todo. No dejas entrar a nadie en tu mundo, pero tampoco les dejas escapar. Somos para tí como esas figuras de sombras, que haces y deshaces a tu antojo, marionetas que tú manejas. Pero el hechizo no es eterno. Te miro y no me ves. Te hablo y no me oyes. Me levanto y no te dignas a mirarme. Apago la luz de la lamparita y salgo por la puerta. Se acabó el juego. Ahora todo está a oscuras. Me voy, tal vez no vuelva nunca, y tú sigues igual, ni siquiera eres capaz de decirme adiós.

viernes, 1 de mayo de 2009

discusiones


¿Sabes? Siempre he pensado que la mejor forma de conocer a la gente es verles discutir.
En mitad de una discusión, al igual que en el fragor de la batalla, sale a relucir la verdadera personalidad. Se ve el carácter, lo que se trata de ocultar cuando nos encontramos en una situación normal, se ve el ingenio, la capacidad de respuesta, la forma de argumentar las propias opiniones, la argucias para convencer al otro y hacer valer tus razonamientos. Se demuestra si eres capaz de escuchar a tu adversario y adaptar tus ideas, de combatir con palabras en vez de convertir el diálogo en un soliloquio enajenado: es la supervivencia del más fuerte en la lucha dialéctica.
Me has defraudado con tu forma de discutir, estás perdiendo puntos, chico desconocido.

miércoles, 29 de abril de 2009

horario laboral


Subo las escaleras conteniendo un suspiro, esperando encontrarte en el descansillo o verte desaparecer entre las puertas del ascensor, sin que me de tiempo a alcanzarte. Entro a la sala y lo primero que hago, casi inconscientemente, es mirar hacia tu sitio, para ver si estás allí. Si todavía continuas allí.
Intento disimular los nervios, y hablo con los demás fingiendo que no pasa nada, pero en realidad procuro no perder detalle de cada uno de tus movimientos. Te observo a hurtadillas, sin atreverme a dirigirte ni una sola palabra. Solamente mis ojos buscan tu ojos, mientras tú pareces ignorarme. Pocas veces se cruzan nuestras miradas. Sin embargo, aunque tú no lo quieras reconocer, yo sé que también me buscas.
Muchas veces te imagino en otro contexto, fuera de estas cuatro paredes, más allá de esta oficina, pero entonces tu figura se desdibuja, como si fueras un ente anclado a este espacio, un espectro que no tiene cabida fuera de aquí. Tal vez fuera, ya no serías tú. Seríamos otro tú y otro yo, pero ya no seríamos los mismos, ya no seríamos nosotros dos.
Entonces, tras unos breves instantes, vuelvo a mis pensamientos circulares, me alejo y sigo esperando cruzarme contigo por un estrecho pasillo, donde me saludes con fría cortesía, mientras yo te devuelvo una sonrisa tímida. Sigo esperando verte en la cocina, compartiendo en silencio una taza de café. Sigo esperando que avances algún paso hacia mí, que muevas ficha en este tablero imaginario.
Y así se pasa el tiempo. Termina otra jornada, una más, y apenas nada ha cambiado. Salgo del edificio esperando volver a ver tu silueta en el portal, o en la calle, fumando un cigarrillo tras otro con aire despistado, convirtiendo en humo los problemas del día. Transformando en palabras vacías todo lo que yo no soy capaz de decir.

domingo, 26 de abril de 2009

despertar


Me despierto desubicada, ya no estás aquí conmigo entre las sábanas revueltas. Miro por la ventana: la luz se cuela entre las rendijas de la persiana. Debe ser bastante tarde. El olor del café recién hecho invade todo el apartamento. De repente oigo la música de la guitarra. Avanzo descalza por el pasillo, guiada por el sonido, y te veo en el salón, tocando en el sofá. Frente a tí, dos tazas intactas. Te observo desde el marco de la puerta. Cuando te das cuenta, me miras despacio, y sonríes. Tocas para mí, nuestra canción preferida. Cierro los ojos y tarareas la melodía. Avanzo hacia tí y te doy un beso de buenos días. Hoy es una mañana perfecta de domingo.

miércoles, 22 de abril de 2009

una pequeña venganza de la realidad


5. malos presagios

Pero a veces las sonrisas también engañan. Y mientras él estaba tan lejos, ella pensaba cómo sería todo cuando volviera. Pensaba si todo aquello tenía algún sentido. Pensaba si él también se acordaría de ella en aquel momento. Esperaba con ilusión la postal que él prometió, tras esa conversación que auguraba muchos otros cafés futuros. Pero esa postal nunca llegó, porque él se olvidó de echarla al correo. Y esto, debió ser un mal presagio desde el principio, aunque en ese momento, ella, no supo verlo.

[*una historia escrita a cuatro manos: ALieNa & ZiRTäeB]

martes, 21 de abril de 2009

manos


Fotografiaba manos. Únicamente manos. De una forma casi obsesiva. Pero no eran unas manos cualquiera. Aquellas manos eran, en cierto sentido, especiales. Todas aquellas manos escondían algo más, le recordaban a algún instante de su pasado. Las manos eran difíciles de fotografiar. A veces no salían como él quería, a veces no mostraban lo que en realidad, querían contar. Observaba cada fotografía, buceando en su memoria para rescatar el recuerdo de las manos retratadas. Por ejemplo, recordaba frecuentemente esas manos de mujer que tambolireaban nerviosas en la barra del bar. O aquellas rudas manos de hombre, que sujetaban con firmeza un nudo de cuerda. Las manos frágiles de pianista, que acariciaban las teclas con suavidad. O las manos protectoras de una madre acariciando la cabeza de un niño pequeño. Aquellas manos grandes que cogían la pluma como quien se aferra a un salvavidas, naúfragas sobre el vacío del papel en blanco. O sus propias manos, sosteniendo la cámara y ajustando el enfoque a las manos de otros. Sin embargo, pese a que tenía multitud de fotografías, seguía buscando manos incesantemente. Las manos que le mostraran algún secreto oculto, las manos que le contaran lo que quería saber, lo que buscaba. Las manos que le permitieran dejar de buscar.

lunes, 20 de abril de 2009

cuentos


Escribía a ratos, sobre todo en las noches calurosas. Se sentaba en su escritorio, abriendo la ventana para que entrara la brisa del mar, y poder así soportar los veranos asfixiantes de aquella ciudad. Encendía su lamparita de mesa y comenzaba a teclear en su vieja Olivetti verde oscuro. Aquella máquina y la pasión por las historias era lo único que había heredado de su madre. Era lo único que le ligaba al pasado. Comenzaba a teclear, con el sonido constante, el monótono repiqueteo del metal sobre el papel, y multitud de personajes pugnaban por salir de su cabeza y llenar de tinta el folio en blanco. A partir de ese momento, ellos se hacían responsables de los cuentos, le hacían escribir como un autómata, dirigiendo sus propios destinos. Al terminar, casi siempre al alba, guardaba los folios en el fondo de un oscuro cajón. Junto a tantos otros. Junto a tantas historias olvidadas, que alguna noche escribió en su vieja máquina, y que tal vez, algún día, alguien leerá, haciéndolas de nuevo, cobrar vida.

domingo, 19 de abril de 2009

tormenta


Mira a su alrededor y solo ve oscuridad. Un relámpago ilumina toda la calle. Instantes después, el sonido de un trueno la sobresalta. No hay nadie más. Está sola en medio de la tormenta. El cielo, es un lienzo manchado de grises. Es una masa compacta que se va a abalanzar sobre ella. De pronto, explota, con un sonido atronador. Se derrumba sobre la ciudad. Comienza a llover. A diluviar. Ella ha parado de correr, se detiene, y deja que las gotas de lluvia se confundan con sus propias lágrimas. En este preciso instante, está convencida de que después de la tempestad, llegará la calma. Tal vez no sepa cuando, pero tiene la certeza de que en algún momento, llegará. 

jueves, 16 de abril de 2009

de madrugada


Es de madrugada. Intento moverme de forma sigilosa, sin hacer ruido para no despertarte. Salgo de tu casa y la calle está desierta. No debería irme así, lo sé, pero aún así lo hago. Ha sido perfecto. Demasiado bueno para ser cierto. Ahora tengo miedo de que no haya sido real. Pero camino por la calle y el aire helado me convence de que no fue solo un sueño. No debería marcharme de esta manera. Sé que cuando mañana despiertes, te habré roto el corazón. Sé que mañana, estaré muy lejos de aquí. Sé que mañana, odiarás haberme conocido. Y tal vez lo lamente, porque nunca lo había pasado tan bien con una chica como tú.

martes, 14 de abril de 2009

como en casa


- ¿A ti que te gusta más, París, Roma o Berlín? – preguntó de repente.
- Difícil elección, ¿no crees? Además, no conozco ninguna de esas tres ciudades – contestó tras una pausa. No se esperaba esa pregunta que no venía a cuento.
- Venga, si te tuvieras que ir a vivir a una de las tres, ¿cuál elegirías? Tienes que decir una – insistió.
- Pues a ver, en Berlín hablan alemán, y no entendería nada… en París debe hacer mucho frío en invierno, y yo soy muy friolera… en Roma… no sé.
- ¿Entonces te irías a Roma? ¡Viva l’Italia! – y se rió.
- No, a Roma no. Si es que no te enteras de nada. Me iría a Berlín. Allí también debe hacer mucho frío en invierno, por lo que no saldría demasiado a la calle. Y no entendería a nadie ni nadie me entendería. – se quedó en silencio unos segundos con el rostro serio y la mirada abstraída, y luego añadió – Nada que no ocurra ya aquí. Sería como estar en casa, supongo.

[* microrrelato por smiler]

lunes, 13 de abril de 2009

terror


Siempre te lo digo. Nos gusta pasar miedo. Tener la certeza de que hay algo fantástico ahí fuera. Nos excitamos con el terror, nos hace sentir vivos. Nos encantan las historias sobrenaturales, lo que no terminamos de entender de forma racional, el lado oscuro de nuestro subconsciente, la caja de Pandora que lucha por ser abierta. Nos da pánico, pero nos atrae. Nos encanta acurrucarnos en el cine y mirar entre los dedos aquello que no debemos ver. Es la puerta que se abre y oculta lo desconocido, es el abismo al que inevitablemente terminamos asomándonos. Nos hipnotiza el misterio, nos fascina lo prohibido. Y tú, aunque no quieras reconocerlo, lo sabes tan bien como yo.

viernes, 10 de abril de 2009

un puñado de estrellas



Bájame un puñado de estrellas.
Vuélcalas sobre las sábanas.
Ven a mi lado. Shhh... no digas nada.

miércoles, 8 de abril de 2009

insomnio


Tic tac. La aguja del reloj avanza de forma inexorable. Tic tac. Estoy tumbada en la cama deshecha. Tic tac. Cierro los ojos. Tic tac. No puedo dormir. Tic tac. Insomnio. Tic tac. Abro los ojos y miro al techo. Tic tac. No voy a ser capaz de conciliar el sueño en toda la noche. Tic tac. Y eso equivale a demasiado tiempo para pensar. Tic tac. Mi vida está estancada en un punto de no retorno. Tic tac. En stand by. Tic tac. Nunca nada cambia. Tic tac. Solo pasa el tiempo. Tic tac. Pero nunca pasa nada. Tic tac. Me siento tan pequeña. Tic tac. Entra luz por las rendijas de la persiana. Tic tac. Cierro los ojos. Tic tac. Otra noche en blanco más. Tic tac. Voy a estrellar este maldito reloj contra la pared. Tic tac. Plum. No me dejes volver a beber café solo a media tarde.

lunes, 6 de abril de 2009

azotea


Estamos subidos a la azotea. Comienza a caer la tarde, y el cielo se tiñe de rojo. Las nubes gotean sangre sobre el asfalto. Siempre te gustó ver las ciudades desde arriba, a vista de pájaro. Sentir la grandeza de los edificios, ver las personas como diminutas hormigas en las calles, y sobrevolar por los tejados, como un gato, dando saltos. Siempre te gustaron las tardes de domingo previas al verano, cuando se intuye el calor aún por llegar. Siempre te gustó mirar sin ser visto, como una especie de francotirador, o de voyeur, que disfruta paralizando el tiempo de los objetos que observa. Cámara en mano, con la ciudad a nuestros pies. Te vas reconciliando con Madrid. Encuadras, enfocas, disparas. Encuadras, te acercas, cada vez más, y no sé si tu objetivo es el horizonte, el edificio Metrópolis que queda a tu izquierda, o yo, que quedo a tu derecha, sobre el vacío. Tan solo nos separa la cámara. Te acercas, me dices que me esté muy quieta, que no puedo pestañear si quiera, porque saldría movida la fotografía. Click. Encuadras, enfocas, cierro los ojos. Disparas. Click. Te acercas. Click. Me das el primer beso, allí, en la azotea.

domingo, 5 de abril de 2009

fotografía


...Se sentó sola en la única silla del jardín, para leer aquel fragmento que tanto le gustaba. Lo leía en silencio, sin mover apenas los labios, evocando otra lectura: la de su voz envolviéndola por completo.
Así, se quedó dormida, mientras sostenía entre sus dedos un pequeño trozo de papel. Una fotografía en blanco y negro, la prueba de que no todo había sido un mal sueño, un retrato que le había robado un pedazo de alma.

jueves, 2 de abril de 2009

sala de exposiciones


Resuenan mis pasos en la sala vacía, tan silenciosa, con las fotografías perfectamente alineadas en las paredes, blanquísimas. Todos se mueven como espectros, vagando de una o otra, deteniéndose a observar cada detalle, escudriñándo la imagen y pensando para sí mísmos, o completando un monólogo sin voz.

Unas palabras, del fantasma que discurre delante de mí, y se ha parado a mi izquierda, me sobresaltan:

- Es curioso. No dejo de mirarla y es imposible. No puede verse en una misma ventana dos imágenes reales.
- No, obviamente no es posible. Es una paradoja visual.

Y tal vez, si no me hubiera dicho esto, con las prisas, no me habría fijado en ese absurdo.

miércoles, 1 de abril de 2009

en la orilla del mar


Quiero vivir cerca del mar. Para oir el rumor constante de las olas. Para pasear por la orilla, dejándo mis huellas sobre la arena húmeda. Para sentir la brisa, salada sobre mi piel. Para ver desaparecer el sol en el horizonte. Para perderme en el azul del mar y el rojo del cielo.

Para construir ciudades efímeras en la orilla, que duran lo que tardan las olas en destruir los castillos de arena.

lunes, 30 de marzo de 2009

una pequeña venganza de la realidad


4. l' amour fou

Has vuelto a llamar a mi puerta. Has vuelto a invitarme a café. Estoy sentada junto a ti, descalza, en un banco del jardín. El sol calienta mi cara y tú contemplas despacio, con los ojos entornados, mi desperezar de gata somnolienta. Fumas un cigarro y me cuentas cómo llovía aquél otoño en Roma. Desearía congelar ese momento en el tiempo. Será l´amor fou.

No me habías dicho que te ibas fuera una semana. Por eso la sorpresa no ha dejado paso aún a la tristeza. Ayer, cuando lo supe, empecé a pensar en algo que pudieras llevar contigo y esta mañana he corrido a la librería para comprar ese libro que ahora llevas en tu maleta. Al principio lo olvidé. Los nervios hicieron que olvidara también las llaves del coche y que mis pies confundiesen los zapatos cuando apareciste en el despacho. Será l´amor fou.

Tuve que subir a buscarte y hacerte gestos desde la puerta para que me acompañases a un recodo de las escaleras. Resguardados de las miradas ajenas, recompongo mi gesto de niña dulce mientras te enseño la bolsa que contiene mi pequeño presente. Tus ojos no pueden agrandarse más. De súbito, me alzas del suelo y me das un beso fuerte en cada mejilla. Me empiezo a marear. Veo que un grupo de gente se aproxima a nosotros. Te empujo hacia una esquina en penumbra y entonces noto tu aliento en mi cuello y tu cara frente a la mía. Simplemente, me olvido de respirar. Por segunda vez, tu barba acaricia con suavidad mis mejillas y siento que mis pies no tocan el suelo. Consigo zafarme y balbuciendo algo incomprensible escapo a la carrera por las escaleras. No paro de pensar cómo he llegado a esa situación. Será l´amor fou.

Por encima del borde de mi taza te pedí que me enviases una postal. Confío en que me llegará. La sonrisa que me la prometió, aunque nada sabía aún, ya me resulta muy familiar. Será l´amor fou.

[*una historia escrita a cuatro manos: ALieNa & ZiRTäeB]

domingo, 29 de marzo de 2009

aquel sitio al que nunca supe volver


Y fue ayer, sin haberlo buscado. Me dejaba llevar, como sucede muchas veces, sin saber muy bien a dónde voy. Me fio de él, de vosotros, me dejo guiar, por este barrio por el que siempre me pierdo. En pleno centro, y suelo desubicarme por sus calles. Atravesamos una pequeña plaza, abrimos la puerta y entramos. Yo ya he estado en este sitio, hace no tanto tiempo, aunque parezcan que han pasado siglos; en otras circunstancias, con otra persona. Contigo. En un momento se me agolpan todos los recuerdos. El sitio al que nunca supe volver, porque también en aquel momento, me fié de que tú me llevaras hasta allí y no me fijé en el camino, porque estaba tan nerviosa, que solo podía pensar en tí, que estabas a mi lado. Pero ahora, que hace milenios de aquello, ya sé dónde está, ya puedo volver cuando quiera, y con esta pequeña trivialidad, ya puedo exorcizar los demonios en que se habían convertido tus recuerdos, tus palabras, tus gestos. Ya puedo, por fín, comenzar a olvidarte. Porque apenas fuiste real, llegaste de improviso, como un ciclón arrasando todo, basándote en palabras de una desconocida, en un puñado de ilusiones compartidas. Y es más peligroso lo que sucede en la imaginación, que la realidad. Hasta siempre, chico de ficción, que te vaya bien, desaparece tal y como llegaste a mí, sin que vuelvan a cruzarse nuestros destinos.

viernes, 27 de marzo de 2009

tu voz perdida


Apenas recordaba ya tu voz, perdida entre tanto tiempo de ausencia. Apenas era capaz de recordar su timbre, su ritmo pausado, su color. Apenas podía recordarla, echada a perder entre tantas otras voces, sepultada bajo llave en la oscuridad, naúfraga en el mar del olvido.
Pero ahora que has vuelto, ahora que tu voz está de nuevo aquí conmigo, voy a escucharte todo el tiempo del mundo. Rompe el silencio con tus palabras mágicas. Cuéntame todo otra vez. Ahora, cuéntame un cuento para noches de insomnio, o mejor, cántame una nana hasta quedarme dormida. Cántame despacio al oído, que yo te escucho a través del silencio, y entre los sueños.

lunes, 23 de marzo de 2009

superhéroes


- Imagínate ser un superhéroe, con superpoderes.
-¿Y si pudieras serlo, qué poderes elegirías?
- El teletransporte.
- Pues yo preferiría ser invisible.

Ésta es una de las conversaciones más cuerdas que se puede tener en la oficina un lunes a las 9:37 de la mañana.

jueves, 19 de marzo de 2009

la niña asterisco


Y entonces ella se dio cuenta de todo. Se dio cuenta de que en realidad no quería a nadie. No les quería a ellos, que le dieron todo lo posible; no le quería a él, personaje capturado e inalcanzable que le hablaba de ciudades lejanas en otro idioma, aunque solo cuando a él le interesaba; ni siquiera se quería a sí misma. De tanto creer que ya no quería nada, un día, perdió su corazón sin darse cuenta, y éste, demasiado frágil, se estrelló contra el suelo haciéndose añicos, fragmentándose en mil pedazos.

Después de aquello, de aquel desastre, decidió sustituirlo. Buscó en la caja de las letras, los números y los símbolos, y encontró un asterisco, seguro más difícil de romper que su antiguo corazón. Sin embargo, con aquel signo, cada vez era capaz de sentir menos: ya no tenía sentimientos buenos. La niña asterisco se volvió cada vez más egocéntrica, y por ello, cada vez más egoísta. Ahora no podía ver más allá de su ombligo, y de verdad pensaba que todo el universo giraba en torno a ella.

Además, la niña asterisco estaba hecha un lío. No sabía que iba a ser de su vida, era incapaz de decidir sobre nada ni de superar el pasado ni de afrontar el futuro. No podía vivir tampoco en el presente. Estaba inmersa en una terrible espiral, sin salida, en un laberinto diabólico. La niña asterisco era también una hipocondriaca, a ella le daba miedo absolutamente todo. Le daba miedo la vida, le daba miedo la muerte.

La niña asterisco no sabía en que momento se había truncado su existencia. Solo sabía que entonces había decidido no escuchar, ni ver, ni hablar más. Se había aislado en una burbuja. En un mundo imaginario. En sí misma...Y ahora su vida pasaba lentamente, sin sentido, monótona y monocroma como una tortura de fotogramas encadenados en blanco y negro.Y como toda situación insostenible, llegó a su fin.

Podría decir que la niña asterisco desapareció, y que si miráis al cielo veréis que hay una estrella, que no destaca especialmente entre las demás y que no es un simple punto de luz, sino un pequeño asterisco. Pero sería demasiado melodramático. Lo cierto es que prefirió convertirse en algo útil, y ahora se encuentra ahí, al alcance de la mano, en la parte derecha del teclado del ordenador, y con la ayuda de otras teclas complementarias, es utilizada en casos excepcionales, peculiares, o que merecen una explicación aparte...

miércoles, 18 de marzo de 2009

cibersexo


Foto: cyber love sex

Cada palabra que veo escrita es como un susurro en mis oídos, cada letra que se desliza sobre el blanco de la pantalla es una caricia sobre mi piel, con cada nueva línea va subiendo la temperatura, y cada parpadeo naranja de la pantalla, me hace imaginar todo lo que nos queda por contar. Cada vez que pulsas una tecla es un suspiro, cada silencio, una agonía.
La incertidumbre de unos segundos en vacío, a la espera de la continuación de la historia, la mirada fija en el ordenador, se rompe cuando unas manos me tapan suavemente los ojos, me cogen la mano del teclado, me retiran el pelo de la cara, y me cubren de besos el cuello y la espalda, muy despacio, me desnudan poco a poco, tal y como habíamos estado imaginando.
Y es que de vez en cuando, nos gusta volver al pasado, a la inquietud del principio, a nuestras largas conversaciones de insomnes, a nuestras vivencias compartidas, como cuando aún nuestros caminos no se habían cruzado, como cuando aún no vivíamos en la misma casa.

martes, 17 de marzo de 2009

seis historias bilingües


Las he encontrado por la calle, sin buscarlas. De repente, allí estaban. Seis historias de improviso, seis personajes de ficción, seis relatos inventados para ver atardecer sobre la ciudad. Seis protagonistas de una realidad paralela, seis pequeños mundos por descubrir. He decidido, leer una cada día, compartir unos minutos con cada uno de ellos en exclusiva. Dedicarles a cada uno un momento, entre el tráfico y la gente que me rodea. Y mientras leo, a ratos en castellano y a ratos en francés, imagino que es tu voz la que narra, esa voz que apenas recordaba, y que hace poco volví a oir. Esa voz, que últimamente solo resuena en mi cabeza. Ahora, aún nos quedan cinco historias por delante.

lunes, 16 de marzo de 2009

una pequeña venganza de la realidad


3. el primer café

Estás en la biblioteca, sumida en tus pensamientos, es una tarde completamente anodina. Tras la actividad frenética de los exámenes, esta época de tranquilidad absoluta se convierte en tedio mortal. El silencio pesa, se palpa en el aire. A veces te da miedo moverte, hacer el más mínimo ruido, sobre todo cuando se acerca la hora del cierre. Pero entonces llega él, en el último minuto, cuando ya has apagado el ordenador. Lo siento, no puedo ayudarte, ya es demasiado tarde, tendrás que volver mañana. Sus gestos muestran perplejidad, por un lado, está contrariado, por otro lado, como bien intuyes, está deseando que sea mañana, que le hayas brindado una excusa para volverte a ver, que le des la oportunidad de intentarlo de nuevo. Mañana esperarás impaciente, mirando hacia la entrada, con un revoloteo de mariposas en el estómago cada vez que se entorna la puerta, con la cabeza anticipando lo que habrá de ocurrir. Mañana le propondrás tomar un café. Mañana, todo sucederá a partir de mañana.

[*una historia escrita a cuatro manos: ALieNa & ZiRTäeB]

espectadores


Hablamos solo por hablar, y no somos capaces de reconocer lo que sentimos, no somos capaces de dar un paso más, nuestra historia será una historia inacabada, con un principio, pero sin argumento. Con un final aún por escribir.
Porque los cambios dan miedo, y en el fondo, los dos, siempre fuimos un poco cobardes. Nos gustaría no estar aquí, frente a un café, con una mesa que nos separa. Pero tenemos pánico a saltar al vacío, no vaya a ser que después del abismo haya un complicado laberinto que recorrer.
¿En qué momento nos convertimos en espectadores de nuestra propia vida? ¿Cuándo dejamos de ser los protagonistas?
Como leí alguna vez en algún sitio, las metáforas son peligrosas, el amor puede surgir de una sola metáfora.
No sé, tal vez todo esto es solo lo que yo siento. Tal vez tú ni siquiera quieras saltar conmigo. No lo sé. Nunca se me dio bien adivinar lo que piensas.

domingo, 15 de marzo de 2009

veintitrés días


Suena el teléfono y eres tú. Han pasado veintitrés días.
Nos separan cientos de kilómetros desde aquel momento, y has dejado pasar veintitrés interminables días, cuando hasta hace nada, hablábamos cada noche. Cuando hasta hace nada, no podías dejar pasar 24h sin oir mi voz.
- Te echo de menos.
- Yo no.
- Te quiero.
- Yo no.
- ¿Volverás a llamarme?
- No.

sábado, 14 de marzo de 2009

no te das cuenta


Parece que no te das cuenta:
a ella nunca la vas a tener, y a mí, pronto vas a perderme.
Si es que no me has perdido ya.

viernes, 13 de marzo de 2009

viajes al azar


Escapemos de Madrid. Me estoy asfixiando en esta ciudad. Cierra los ojos y señala con el dedo un lugar del mapa. Elegiste bien, huyamos de aquí y vayamos a ver el mar. Eschuchemos el rumor de las olas y veamos cómo se esconde el sol en el horizonte. Cierra los ojos y elige un lugar al azar mientras suena una de tus canciones favoritas.
"Every you and every me" de Placebo.
Quizás haya aún, algo que hacer entre tú y yo.

jueves, 12 de marzo de 2009

besos de hielo


Me encanta cómo te mueves, tus gestos armónicos, tu voz pausada, los hoyitos que se te forman cuando sonríes, tus gafas de pasta. Me gusta cómo te ruborizas al hablar conmigo, cómo no eres capaz de mirarme a los ojos durante mucho tiempo, y empiezas a mirar fijamente mis labios, su constante movimiento al brotar las palabras. Me fascina observarte cuanto crees que no te veo, jugar con los rizos de tu pelo, contarte cuentos al oído, verte dormir a mi lado, protegerte como a una niña. Todo eso me encanta de tí, chica de hielo. Pero tus ojos, pequeña, son los ojos más fríos que he visto nunca, debes de tener el alma cubierta de escarcha. Yo cuido de tí, y luego a mí, a cambio, solo me das besos helados.

miércoles, 11 de marzo de 2009

plenilunio


Mira qué luna, dijiste. Y sin tú saberlo fueron las peores palabras que podías haber pronunciado. Porque hace no demasiado tiempo, las había escuchado de otros labios perfectos, los mísmos que me contaron muchos otros preciosos embustes.
Y tus palabras me hicieron mirar fijamente esa enorme luna, hipnotizándome al instante. Con la mirada perdida en el cielo, comencé a sentir cómo cambiaba mi fisonomía: poco a poco se agudizaba mi oído, veía con más nitidez, mis colmillos se afilaban, y se erizaban todos los vellos de mi cuerpo, hasta explotar de ira.
Porque cuando tú me dices luna, vuelvo a pensar, de nuevo, licantropía.

martes, 10 de marzo de 2009

imaginario


Desde pequeña mi madre me decía que las cosas no son como yo quiero que sean, sino como son. Que no puedo enfadarme porque las cosas no sucedan tal y cómo yo las he pensado. Que no puedo controlar todo, como si todo formara parte de un universo en mi cabeza. Que siempre estoy triste porque las cosas no salen como yo las he imaginado. Que me desilusiono constantemente, por no tener los pies en la tierra desde un principio. Desde pequeña me decía esto, y me lo sigue diciendo, porque yo no he cambiado. Me lo seguirá repitiendo siempre: que no se pueden construir infinitos castillos en el aire, que así no se puede vivir. Y como me dirías ahora tú también, que no puedes estar en el mundo a tiempo parcial, que así nunca vas a lograr ser feliz.

lunes, 9 de marzo de 2009

melancolía de lunes


Te levantas hoy de lunes, profundamente de lunes.
No sabes bien por qué sientes una tristeza tan desoladora, sin motivos para estar triste.
Te metes en la ducha, y dejas que las gotas de agua resbalen por tu piel, como manos que lentamente acarician tu espalda. Quisieras gritar, pero de tu boca no sale ni una sola palabra.
Caminas despacio por la calle, apretando los labios para evitar que las lágrimas comiencen a rodar por tus mejillas. Dirigir tus pasos sin rumbo hacia ninguna parte siempre ha tenido un efecto catártico sobre tí.
Lo intentas una y otra vez, pero hoy no das pie con bola.
- ¿Estás enamorada? - te pregunto.
Palideces y niegas con la cabeza.
Será el plenilunio, y esta absurda melancolía de lunes.

una pequeña venganza de la realidad


2. el universo conspira

Desde fuera la historia es divertida: jugamos a un juego al que yo no se si sabes que jugamos. Intuyo que sí, que lo sabes. Solo que mueves tus fichas con un mayor cuidado. Eso es de buen jugador. Ir cubriendo las apuestas. Poner cara de póquer. No dejarse impresionar por los faroles y mirar a los ojos en el momento preciso. Por eso no está claro quién juega con quien. ¿Quién arrastra a quien?
Quizás lo único que verdaderamente importa es que un día llegaste tarde y a partir de entonces la historia se giró. Ahora, cada día se despliega una oportunidad y en cada hora caben cientos, miles de posibilidades de volver a encontrarme con tu sonrisa por un pasillo deslucido. Pero también de maldecir a mi aciago destino, porque he cruzado la puerta cinco segundos después que tú te fueras. No puedo controlar la vida que nos acecha tras cada esquina, aunque quisiera atraparla y secuestrarla contigo dentro. No me queda más que esperar, encomendarme a los dioses, a mi ingenio y a la discreta complacencia con que has prometido raptarme de esta vil realidad que nos circunda una tarde, espero, no muy lejana. ¿Cuántas emboscadas por urdir?
Por el momento, tengo un recuerdo. La silenciosa atención con que bebías mis palabras una mañana de marzo, mientras la lluvia rasgaba las ventanas. Paciencia. El universo conspira sin que nosotros lo sepamos. ¿Dónde volveremos a encontrarnos?

[*una historia escrita a cuatro manos: ALieNa
& ZiRTäeB]

domingo, 8 de marzo de 2009

estupidez


Todo se resume en eso: estupidez.
Imagino mil casualidades en mi cabeza. Ya he revivido cada instante, cada detalle, cada palabra de ese encuentro. He pensado tantas veces qué hacer cuando me cruce contigo, que ya me parece haberlo vivido en la realidad. Pero nada de esto sirve.
Cuando por fín te veo, ahí, de improviso, no sé que hacer, estoy absolutamente paralizada. Pánico. Desearía que me tragara la tierra y desaparecer. Poder volverme invisible y que no me veas.
Soy estúpida, con lo fácil que es todo, yo sola lo vuelvo complicado.

sábado, 7 de marzo de 2009

una pequeña venganza de la realidad


1. rouge #58 audace

Tal vez ahora la facultad no te parezca un edificio tan gris. Con sus muros de hormigón, sus barandillas amarillas y sus entreplantas. El edificio más complicado, un pequeño laberinto donde perderse, donde encontrarse últimamente. Ahora ves también los colores que esconde. Se ha convertido en tu campo de batalla, en tu tablero de juegos. Eres la reina que trata de derrocar al adversario, de expulsarlo de la casilla donde descansa plácidamente. Hay un mínimo destello en tu vida: un objetivo que cumplir. Y esa meta, ahora, es encontrarte con él. La primera vez chocasteis en las escaleras, y apenas os mirasteis. Luego os cruzasteis en la puerta de la cafetería, os volvisteis a ver entre los estantes de la biblioteca, o en los pasillos que bajan a las salas de video. Ahora, creas casualidades para él, apareces leyendo en una mesa cercana a su despacho, te cruzas con él en secretaría, pasas por delante del aula donde da clase o coincidís en una película en el salón de actos. Todo el edificio es ahora un mapa abstracto de tus planes. Vas dejando pistas que le guíen hacía ti. Has decidido apostar a ganar. Esta va a ser tu venganza de la realidad. Tú eres el premio. Hoy estás radiante. Rouge #58 Audace de Chanel. Para él. Porque la suerte sonríe a los audaces. Y hoy, la suerte, tiene labios de carmín.

[*una historia escrita a cuatro manos: ALieNa &
ZiRTäeB]

miércoles, 4 de marzo de 2009

ficciones


Alicia, desde su país de las maravillas, me dice:

"Las ficciones nos completan. Nos salvan a nosotros, simples mortales o entes de ficción, condenados por los dioses a una vida vil, plagada de realidad."

martes, 3 de marzo de 2009

ciclotimia


Hay días en los que te levantas de buen humor. No te importa tener que madrugar, puede que incluso recuerdes lo que has soñado. Desayunas, sales a la calle y hace sol. Vas sonriendo sin darte cuenta. Miras a la gente, intentas descubrir qué les pasa por la cabeza, imaginas historias irreales que tienen a todos esos desconocidos por protagonistas. Te fijas en cada detalle, hasta lo más mínimo, se convierte en todo un mundo por descubrir.
Sin embargo, hay días, que te levantas con el pie izquierdo. No has pegado ojo y el sonido del despertador te martillea la cabeza. No puedes pensar. Te levantas como un autómata, se acaba el agua caliente y se queman las tostadas. No encuentras las llaves, y cuando por fin sales a la calle, llueve y el autobús que debes coger acaba de doblar la esquina. Todo el mundo te molesta, desearías ser el único habitante del planeta y lo ves todo negro.
Unos y otros días se entremezclan sin sentido, como ingredientes agitados al azar en una coctelera que vomita su contenido sin previo aviso. Una montaña rusa emocional. Un carrusel diabólico que da vueltas sin parar, que no deja de girar. Del que no puedes bajar.

domingo, 1 de marzo de 2009

las reglas del juego


No te entiendo, no sé si es problema mío o de ambos. No sé lo que quieres, ni lo que buscas, ni por qué lo haces. No sé si es solo por aburrimiento o tienes algún interés. No sé si seguirte el juego, o si dejarte por imposible. Nunca lo entenderé. No sé lo que pretendes. No sé si te gusta jugar conmigo, o si juegas por mero placer. No le encuentro ningún sentido, esto no tiene lógica. Me ilusiono con nada, estoy al borde del precipicio y salto al vacío. Quizá fue mi culpa por no fijar las reglas del juego desde el principio. Nos gusta complicarnos, nos encantan los problemas. Explícamelo, porque no lo entiendo.

martes, 24 de febrero de 2009

algodón de azúcar


Foto: "Muerte por algodón de azúcar"
Serie Bittersweet, Daniela Edburg

Hacía años que no lo probaba, cuando de repente aparece el postre: fresas y helado de mascarpone cubierto de algodón de azúcar.
Al deshacerlo en mi boca, en un instante, me trae recuerdos de cuando era pequeña. Las noches de feria, el final del verano, el suelo de arena cubierto de papeletas de la tómbola, el olor dulzón del aire y el sonido intermitente de las atracciones.
Nada que ver con ahora, en la penumbra de este restaurante, adormecida por el suave vino rosado de la cena, tú enfrente mío, me observas desde el otro lado de la mesa, me acaricias con tu mirada, deseando que nos vayamos a casa. Entonces yo, te hago esperar un poco más, mientras me chupo despacio los dedos pegajosos de azúcar.

lunes, 23 de febrero de 2009

vértigo


Vértigo a cambiar de bando. Vértigo a dejar de ser de los fracasados, que solo ven la vida pasar desde el suelo. Vértigo a pasar al lado de los luchadores, que fracasan de nuevo, fracasan mejor. Pero lo intentan, se arman de valor, cogen carrerilla y saltan. Vértigo a andar en la cuerda floja. Vértigo a que todo lo construido paso a paso se derrumbe. Vértigo al abismo. Vértigo a dejar de ser de los perdedores. Vértigo al vacío. Vértigo a caer sin red. Vértigo a que te tiendan una mano amiga. Vértigo a ser feliz por un instante. Solo vértigo.

sábado, 21 de febrero de 2009

luna


Ya es de noche. Se podrían ver las estrellas, pero no.
Doblo la esquina, envuelta en mi bufanda, tiritando de frío.
Y de repente, todo huele a algodón de azúcar y caramelo.

Porque cuando tú me dices luna, yo pienso licantropía.
No lo puedo evitar, aún a sabiendas que no es la respuesta.
Aún sabiendo que no es eso lo que quieres oir.

No mires hoy al cielo buscando dibujos en las nubes.
Ni te imagines de qué hablan los extraños que te rodean.

Hoy, cuando vuelvas la vista atrás, no encontrarás nada.
Solo oscuridad. Solo la luna llena, de nuevo.

viernes, 20 de febrero de 2009

miércoles, 18 de febrero de 2009

miedo


Me da miedo cuando duermes. Te miro fijamente para ver si sigues respirando, me acerco a tí para sentir tu aliento, hasta que finalmente me quedo dormida yo también. Te abrazo, y no es solo para dormir junto a tí, sino para sentir los latidos de tu corazón, para asegurarme de que sigues allí.
Miedo de que me dejes, miedo de que desaparezcas, miedo de perderte, miedo de que nunca hayas estado aquí.

domingo, 15 de febrero de 2009

Chamberí


Redescubro lugares por casualidad, rincones de una ciudad que conozco, pero que hasta este momento, no había visto de esta manera, con otros ojos.
Chamberí es uno de ellos.
Por un lado, la plaza, en el centro de Madrid, pero tan extraña, es como entrar en una burbuja de tranquilidad, donde por un instante se olvida el tráfico, las prisas, el agobio de la gran ciudad. Y solo quedan los árboles, el silencio, los bancos donde sentarse a leer al sol y el templete. Con solo cerrar los ojos te puedes imaginar a la orquesta tocando dentro, transportada a otra época, a un Madrid decimonónico, ves a los transeúntes de otro siglo, ataviados con sus trajes largos y sus bombines, arrullados por la música y por el sonido incesante de los tranvías.
Por otro lado, la estación de metro fantasma, ahora convertida en museo, pero que hasta hace muy poco solo era una estación vacía, que apenas se vislumbraba al pasar dentro de los vagones, con la cara pegada al cristal, para ver, entre el reflejo de las luces de dentro, el andén desierto, con sus carteles de propaganda antigua y sus azulejos desvencijados. Era fácil imaginar, que al pasar velozmente el tren, un viajero se asomaba al andén y te miraba fijamente desde un lugar inexacto, donde esperaría durante toda la eternidad, a un metro que ya no pararía nunca más allí.
Pero esto son solo imaginaciones sobre una ciudad. Tal vez atravieses cada día la plaza mirando al suelo, sin vislumbrar nada de esto, tal vez vayas demasiado pendiente de tus propios pensamientos para ver nada más allá, apresurándote a cruzar antes de que el semáforo se ponga rojo.

sábado, 14 de febrero de 2009

muñecas de porcelana


Siempre me dieron miedo las muñecas de porcelana, con su redonda y blanquísima cara y sus ojos de cristal con largas pestañas. Con su pelo de nylon, sus pequeñas manos y sus vestidos antiguos. Te miran fijamente desde la estantería y por las noches sus ojos vidriosos reflejan la luz que se cuela por la persiana, dándoles un aspecto siniestro. Cada vez que la miro, en las noches de insomnio, creo que va a mover uno de sus bracitos articulados, que su boquita de piñón se va a abrir y a emitir algún sonido. Incluso, que me va a sonreir de forma diabólica desde allí, como si supieran algún secreto que yo no sé. Además, mi muñeca tiene entre sus manos un pequeño corazón de porcelana roja hecho añicos. Es la muñeca perfecta para regalar un día como hoy.

viernes, 13 de febrero de 2009

descuidos


Detesto que ahora se haga de día tan pronto, y que el sol inunde el autobús cuando voy a la oficina. Me hace pensar que voy demasiado tarde, me distrae de la lectura. Hoy olvidé mi libro en casa, y ese pequeño descuido ha marcado mi mañana. Ha bastado un pequeño descuido para abrir la caja de los truenos. Porque sin apenas darme cuenta, me puse a leer los mensajes que me habías mandado, y que aún, después de tanto tiempo, soy incapaz de borrar. Y eso me ha hecho sentir muy triste, encerrada en un autobús detenido en un atasco y atestado de gente. Y me ha hecho sentir así, porque si no puedo borrarlos, quiere decir que aunque sepa que no merece la pena malgastar ni un minuto pensando esto, aunque lo intente, aún no he podido olvidarte.

jueves, 12 de febrero de 2009

dos palabras, ocho letras


Sabes tan bien como yo que cuando pronunciaste esas dos palabras se truncó todo. Que fue ese el principio del fín, el comienzo de la catástrofe y no cualquier otro motivo. Fueron esas ocho letras, lo que marcó el punto de inflexión, el punto de no retorno. Porque un "te quiero" a destiempo es más peligroso que el silencio, más afilado que una daga, da más miedo que ninguna otra expresión que antes hubiera salido de tus labios. Ese par de palabras, esas ocho letras, fueron el principio del desastre.

miércoles, 11 de febrero de 2009

naufragio


He vuelto a soñar contigo, te digo. Tú nunca me crees. Me miras mientras duermo y me sonríes al despertar. Pero no me crees. Estás acostado a mi lado, me abrazas, me acaricias la espalda y me besas en la nuca. Nunca crees lo que te digo. Pero yo hoy he vuelto a soñar contigo.
Desde el primer momento en que te ví en sueños, me dí cuenta de que podría naufragar en el profundo azul de tus ojos. Entonces, supe también, que aunque jugaras conmigo, aunque te gustaran mis palabras, y aunque me desees buenas noches cada día, nunca me querrás lo suficiente como para rescatarme del naufragio.

domingo, 8 de febrero de 2009

nubes de golosina


Recetas caseras para problemas cotidianos.
Si te quedaste sin voz, sin palabras, lo mejor es calentar leche con nubes de golosina, hasta que se derritan, y beberlo inmediatamente.
Es solo azúcar, piensas, pero funciona. O eso dicen.
Lo mejor es hacer el ritual al meterte en la cama, arropada con mil mantas, y esperando un beso de buenas noches. Mientras te haces la dormida y escuchas ese cuento de sus labios.
Si no te sirve de placebo, al menos, te endulzará el carácter.

sábado, 7 de febrero de 2009

tiempo


- Te compro tu tiempo - le dijo al salir por la puerta del establecimiento.
Ella no sabía quien había hablado, de dónde salía aquella voz, pero de pronto le vio acercarse. Era un tipo bien vestido, pero descuidado, una especie de mendigo elegante, sin duda un trastornado.
- El tiempo no se puede comprar – se apresuró a contestar ella. Estaba perpleja, no podía decir con seguridad si aquel individuo le parecía cuerdo o loco.
- Todo se vende y todo se compra en esta vida, niña – siguió diciendo él mientras se alejaba – y lo que más miedo te da perder, eso te es robado.
Tal vez solo eran palabras sin sentido, pensó en silencio. Pero ahora no podía evitar darle vueltas...

viernes, 6 de febrero de 2009

viajes en metro


Pudo ser un viaje anodino. Un par de paradas de metro. Pero no lo fue, porque él se cruzó en su camino. Con su libro, tranquilo, subió al vagón delante suya. Pudo haber sido un flechazo. Pero no lo fue, porque él no se dió cuenta de nada. Sus miradas se cruzaron, sí, pero ella bajó la vista enseguida. Ruborizada, solo pensaba en saber qué era lo que leía y trataba de adivinar en qué estación se bajaría él. Le miraba a hurtadillas, hasta que sus ojos se cruzaron con los suyos. Pero no supo ver. Sus ojos miraban al infinito. Si más tarde, hubiera vuelto a encontrarle por casualidad, ella habría pensado en el destino. Pero no lo hizo, porque solo duró un instante, nunca más sus vidas volvieron a cruzarse.

soledad


Nunca entendí cómo alguien puede tener tanto miedo a estar solo, a su propia soledad. Como se aferra a cualquiera como a un clavo ardiendo. Buscas incansablemente algo que nunca encuentras, lo buscas en las personas que se cruzan en tu camino, una tras otra, una detrás de otra, pero ninguna parece ofrecértelo. A veces tardas más, y otras veces te das cuenta enseguida, de que no es eso lo que quieres. Con algunos te has hecho la ilusión de que podría ser eso lo que esperas, pero siempre ocurre algo que da al traste con tus planes. Y seguirá ocurriendo una y otra vez. Porque lo que no acabas de comprender, es que estás destinado a estar solo, que no importa si a veces alguien te acompaña en el camino, te miente diciendo que va a estar ahí o te sigue el juego. Al final, siempre te va a fallar de una forma u otra, tarde o temprano. Te da miedo estar solo porque en el fondo, sabes que no puedes contar con nadie, que seguramente dentro de un tiempo, no puedas contar ni siquiera contigo mísmo.

martes, 3 de febrero de 2009

tacones


Si tuvieras que pensar cómo se camina, no podrías dar ni un solo paso. La solución, por tanto, es no pensarlo demasiado.

Escoges unos bonitos zapatos, te los pones despacio, y echas a andar. Es entonces cuando te sientes poderosa, subida sobre tus tacones de vértigo. Zapatos rojos de tacón de aguja para conquistar el mundo, para que tiemble el suelo bajo tus pies.

Esos pies que él imagina de forma enfermiza, ese oscuro objeto de deseo, tus pies descalzos caminando por la arena, tus pequeños pies envueltos en frías sábanas de seda, tus pies entre sus manos, observados ávidamente por sus ojos, acariciados suavemente por sus dedos, obsesivamente besados por sus labios…

Tus pequeños pies con las lunas perfectas de sus uñas ocultas bajo esmalte black cherries. Tus pies escondidos dentro de unos bonitos zapatos.

A la espera. Impacientes porque él los descubra.