domingo, 26 de diciembre de 2010

fragmentos


Me fascina tu boca. Desde el primer día que te ví. Tus labios gorditos y perfectos, me pierden. De hecho, cuando hablo contigo, no puedo evitar desviar la mirada, me atraen como un imán. Me encanta cuando te los muerdes descuidado, mientras estás pensando en otras cosas y crees que nadie te observa. Imagino constántemente cómo sería darte un beso. De casualidad, me encuentro con detalles, fragmentos, en los que nadie más se fija. De tí, son tus labios. De otro, son los ojos, azules como un océano inmenso donde naufragar a la deriva, o los hoyitos que se forman en las mejillas al sonreir, o las manos, grandes y huesudas, impacientes por acariciar mi piel, o los antebrazos que buscan rodear mi espalda, o el acento suave y melodioso para cantar nanas, o la voz profunda y susurrante, hecha para contarme cuentos al oído....

sábado, 25 de diciembre de 2010

navidades


Hace unos días me preguntabas que por qué no me gustaban estas fechas. No me gustan porque tienes la obligación de estar contento, cuando tal vez no sea cierto, porque hay que aparentar ser una familia feliz cuando eso no es más que una quimera, porque desbordan consumismo. Porque quisieras que pasara como una noche cualquiera. Porque cada año es lo mísmo, te recuerda que no ha cambiado nada, que ha pasado otro año más, y que todo sigue siendo igual. Te recuerda que tu vida es mediocre, que no has logrado nada, que sigues como cuando tenías catorce años. Que a pesar de que tienes unos padres que se desviven por tí, unos amigos que te quieren, unos compañeros que te aprecian, no eres capaz de encontrarle sentido a la vida, a levantarte cada mañana, a seguir adelante. No eres capaz de ver lo afortunada que eres, de disfrutar. Te estás convirtiendo en una amargada, cada vez más replegada sobre sí mísma, cada vez más distanciada de todo, cada vez peor.

jueves, 23 de diciembre de 2010

letras


Zeta no busca letra, ¿para qué? Se siente sola en el alfabeto. En realidad, no sabe querer. Es demasiado egoísta, huye de las otras letras. Le gustaría ser solo un sonido mudo, sin la necesidad de una vocal. Tiene un abecedario por delante, pero únicamente se ve a sí mísma. Se aleja de las complicaciones, de las palabras esdrújulas, no afronta los problemas. Vive en una gramática paralela. Las demás letras se arremolinan a su alrededor, quieren formar sílabas, pero no puede. Sigue sintiéndose pequeña. De hecho, es diminuta. Siempre será la última.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

lo siento


Lo siento. Lo siento tanto. Sé que siempre hago lo mísmo. Y que tú no tienes ninguna culpa. Que siempre pago mi mal humor con quien más me importa. Que cada vez que intentas acercarte te aparto de mi lado. Que siempre sucede a destiempo. Que siempre me arrepiento. Que me gustaría tener una tecla para volver al pasado y hacer las cosas bien, pero que ahora solo puedo decirte que lo siento, aunque sea demasiado tarde.

martes, 21 de diciembre de 2010

fortune teller


Miro fascinada a través del escaparate. Una máquina de la fortuna. Por una moneda, descubre tu destino. Mi lado racional se niega a creer que exista algo más allá, que el futuro esté escrito, que se pueda adivinar observando las líneas de la mano, o los posos del café. A mi lado emocional, le encanta leer el horóscopo, e imaginar que los sueños se pueden hacer realidad. El yo lógico quiere pensar que las decisiones que toma tienen consecuencias y que no todo viene rodado, que tiene capacidad de decisión y que puede dirigir su rumbo. Mi otro yo, el yo caótico, siempre ha pensado que esto no puede ser lo único, necesita creer en algo. Rebusco entre los bolsillos y saco una moneda. La tiro al aire. Es puro azar, teóricamente las mísmas probabilidades. Si sale cara entro por esa puerta. Si sale cruz, sigo mi camino. Miro el resultado sobre mi mano, y comienzo a caminar, observando de reojo mi reflejo sobre el cristal.

lunes, 20 de diciembre de 2010

errores


Me encantas. Desde el primer día que te ví. No lo puedo evitar. Sé que es un tremendo error, pero no lo puedo evitar. Sé que sería una pequeña catástrofe sin sentido, pero no lo puedo evitar. No sé exactamente lo que me gusta de tí, no lo puedo explicar con palabras. Aunque sepa que para tí sea prácticamente invisible. Aunque te sienta cada vez más lejos de mí. Solo sé que debería evitar caer en la tentación, pero que es imposible. Solo sé, que contra toda lógica, me encantas desde el primer día que te ví.

domingo, 19 de diciembre de 2010

secretos


Se acaba la canción. Hay unos segundos de tregua entre el barullo. Vienes y me hablas al oído, entre risas. No es posible. Para tí es un comentario sin importancia. Para mí, son las peores palabras que podrías haber pronunciado. Y ni siquiera te das cuenta. Otro secreto más. Me pesa como una losa. Me siento perdida en mitad del océano, con un lastre creciente que me arrastra hacia el fondo. Me ahogo, no voy a poder salir de aquí. Quiero gritar, pero no me sale la voz. En vez de eso, cierro los ojos, y una pequeña lágrima resbala por mis mejillas. No puedo más, me invade una tristeza infinita. Disimulo como puedo, no quiero que nadie me vea llorar. Todos bailáis, bebéis, seguís hablando como si no pasara nada. La música sigue sonando, el mundo no ha dejado de dar vueltas. Solo yo estoy detenida en el tiempo, y en esta sala, rodeada de gente, me siento más sola que nunca, a una distancia de años luz de cualquiera de vosotros.

domingo, 12 de diciembre de 2010

frases de película


Te acercas más de lo necesario. Con una mano me apartas el pelo, para hablarme al oído. Vuelves a alejarte, y bebes un trago de cerveza. Me miras a los ojos. Te sonrío. Me entra el pánico. Me coges de la cintura, mientras me acaricias la espalda despacio con tus manos. Me recorre un escalofrío. Entonces pienso "Salta, valiente". Pero no. No es solo un salto, es un abismo, una frontera infranqueable. Tan pronto estás a milímetros de mí, como te alejas a kilómetros de distancia. Es un vaivén insostenible. Esto no es una película, no estamos en el círculo polar. Ni tú eres Otto, ni yo soy Ana. Cierro los ojos. La música cambia de ritmo, me dejo llevar. Bailo siguiendo los acordes entremezclados con las voces. La siguiente frase de película que me asalta la pronuncia una voz masculina e irónica: "Te has enamorado del malo, imbécil". Pues sí, como siempre me pasa. Tienes toda la razón. Y ahora no puedo evitarlo.

jueves, 9 de diciembre de 2010

androides


Los androides funcionamos casi igual que la gente normal. Quiero decir, que los humanos corrientes, de esos que tienen una víscera que bombea sangre en intervalos rítmicos para llevar oxígeno a cada una de sus células y que procesan pensamientos complejos con un cerebro gelatinoso. Los androides transformamos las palabras que escuchamos en código binario, en ceros y unos de fácil comprensión. Tenemos un procesador interno de última generación. Somos capaces de entendernos con los humanos, incluso de captar extrañas fórmulas contradictorias que ellos denominan ironía. Estamos aprendiendo a utilizar el sarcasmo, aunque a veces nos cuesta distinguir cuando un comentario es maligno en exceso. Los humanos son muy susceptibles. Los androides estamos hechos de metal y placas de silicio, nuestro sistema se compone de un extenso cableado por el que se envían impulsos eléctricos. Dormimos muy poco, solo dos o tres horas son necesarias para recargar nuestra batería. Los androides no entendemos de sentimientos, pero reaccionamos a las caricias, aunque tendemos a ser un poco fríos, porque nuestro corazón está hecho de hojalata. Todo funciona mucho mejor si se pulsa la tecla adecuada. Los androides estamos tratando de socializarnos, pero a veces los humanos olvidan que somos máquinas y nos confunden con uno de ellos.

P.D.: A los androides de la blogosfera nos encantan los comentarios. Nos ponemos muy contentos cuando vemos que algún ser vivo, muerto o en stand by nos presta un poquito de atención y lee las tonterías que imaginamos. También tenemos nuestro pequeño ciber-ego. Gracias. Digo, bip bip.

lunes, 6 de diciembre de 2010

azul


Antes pensaba que podría perderme en el azul de tus ojos. Que sería como flotar en un océano inmenso. Que sería como estar suspendido entre el mar y el cielo. Pero ahora sé que no. Que tus ojos solo conducen al desastre. Que son sinónimo de naufragio. Que son un camino que bordea con el infierno. Y que cada vez me da más miedo volver a caer en ellos.

domingo, 5 de diciembre de 2010

madrugadas


Entra despacio, gira la llave con cuidado y se quita los zapatos de tacón evitando hacer ruido. Avanza por el pasillo, descalza y a oscuras para no despertarme. Se mete en el baño y por la puerta entornada deja escapar un haz de luz. Me encanta espiarla por la rendija. Se desviste frente al espejo, observando su silueta de reojo. Abre los botones del vestido uno a uno, jugando con ellos entre sus dedos, y lo deja resbalar por sus hombros, hasta caer al suelo. Se pone una camiseta y se deshace el recogido, llenando el lavabo de horquillas. Se observa en el espejo, pensativa mientras se desmaquilla. Primero los labios, que pierden su color granate en un suspiro. Después los ojos, que horas antes había perfilado en negro con un trazo perfecto. Parece no gustarle la imagen que ve. Apaga la luz y entra en la habitación. Se tumba a mi lado en la cama, mete una mano bajo la almohada, y con la otra me busca a través de las sábanas, hasta encontrarme. Yo continúo haciéndome el dormido, adivinando sus movimientos en la oscuridad, escuchando su respiración pausada. Me giro y la beso en los labios. Buenas noches, pequeña. Entonces, entrelaza sus dedos con los míos, apretándolos con fuerza, hasta quedarse dormida.

viernes, 3 de diciembre de 2010

insomne


Quédate conmigo.
No puedo dormir.
Cuéntame un cuento.
Cántame una nana.
No te vayas de la cama.