viernes, 12 de abril de 2013

irracionales


No sabe por qué fue. Si fue porque en cuarto de primaria en un ejercicio de clase tuvo que explicar cómo vender una nevera a un pingüino, y le fascinó como la profesora argumentó que serviría de calefacción al estar a más temperatura que el exterior. O si fue al ver la facultad de la película de Tesis, con sus oscuros pasadizos, que le parecían un escenario inmejorable para crear historias. O si tal vez fue esa entrevista a la que acudió una mañana, con muchas ganas, pero sin saber muy bien dónde se estaba metiendo. No sabe por qué terminó aquí.

No sabe cómo fue. Seguramente fueron una multitud de pequeñas coincidencias. Que se fueron entrelazando. No puede explicarlo. Por eso está buscando constantemente respuestas, se rodea de datos, para pensar que sabe lo que hace, que todo tiene sentido. Pero nada más lejos de la realidad, crece y se da cuenta de que todo sigue siendo un juego de niños. Que está más perdida de lo que cree. Que va a la deriva, sin rumbo, dejando que los dados decidan el destino.

Y eso mismo les ha vuelto a pasar a ellos. La primera vez que le vió, pensó que si le sonreía al mirarle a hurtadillas, mientras compartían un café, estaría ahí para siempre. Del mismo modo él pensó, cuando ya se iban, que si al girar la esquina, el próximo coche era rojo, se querrían para toda la vida. Pero no acertó. Quién sabe, si la hubiese querido de verdad, habría utilizado todos esos datos que almacena en su cabeza, y quizás hubiera apostado a que el coche sería blanco. Pero no lo hizo, no jugó bien sus cartas, y sus caminos siguieron paralelos.


martes, 9 de abril de 2013

así es


Y te das cuenta que la vida es esto. Es caer y levantarte, es llorar y reir, es querer a quien te quiera, y a quien no te quiera, pues te olvidas.




lunes, 8 de abril de 2013

principio


Me sorprende la facilidad que tenemos para no ver lo que no queremos ver. Está ahí, pero es invisible a nuestros ojos. Solo porque no queremos verlo, porque no cuadra con lo que imaginamos. Es mucho más fácil que enfrentarse a la realidad.

Pero a veces te das de bruces con ella. Y se te abren los ojos en un instante. Y eso es bueno. Porque empiezas a ver lo que hay, y no lo que quisieras que hubiera.

Y todavía me fascina más la capacidad de olvidar. Porque los errores son para aprender, pero no para perderte en ellos. Para olvidar y mirar hacia delante. Sin recuerdos que te lastren ni pensamientos que te aferren al pasado.

Para poder volver a empezar. Volver a inventar un principio.

sábado, 6 de abril de 2013

un sábado cualquiera


Tal vez haya formas peores de empezar un sábado, pero ahora no me viene ninguna a la memoria. Dormir dos horas. Dar vueltas en la cama mirando al techo, tres. Madrugar. Despertarte cuando faltan tres cuartos de hora para que suene el despertador. Mal humor. Exceso de información. Sentirte completamente idiota.
I-d-i-o-t-a. Así, deletreándolo despacito. Demasiada cerveza. Naúseas. Café. Dolor de cabeza. Cinco horas de clase. Trescientos minutos. Café. El tiempo se ha detenido. Más café. Móvil sin batería. Está nublado y hace frío. Está nublado, hace frío y parece que va a llover. Siesta. Vecinos que gritan y no te dejan dormir. Bucle.

El horóscopo dice que sería buena idea algún capricho que me ilusione, y que esta semana se van a potenciar mis poderes paranormales. Traducción: se aceptan mimos y regalos, y no penséis muy alto, que igual vuelvo telépata del fin de semana, y sinceramente, hay cosas que preferiría no saber.