domingo, 13 de julio de 2014

30.


Acabo de cumplir 30. Y da vértigo. Mucho vértigo.

No porque nada cambie de la noche a la mañana, porque todo sigue igual que ayer. Pero sí porque es un número demasiado simbólico. Se te caen todos los estereotipos encima: a esta edad ya no solo tienes que ser independiente, sino tener pareja e incluso estar pensando en formar una familia, ya tienes que tener un trabajo decente, ya tienes que tener los pies en la tierra, ya has caído de pleno en el mundo de los adultos, etc, etc.

Pero no es así, porque "ya tienes que tener" muchas cosas que en realidad no tienes. Y no las tienes por un cúmulo de circunstancias: desde la crisis, que encontrar un buen trabajo no es tan sencillo, a que simplemente aún no se ha cruzado en tu camino tu media naranja, o peor aún, a que todavía sigues un poco perdida…

Así que bueno, solo eso, que ya tengo 30 años y que todo sigue igual. Lo que tenga que llegar, llegará. O no. Y lamentarse porque no encuentras el sentido a tu vida, tampoco tiene mucha lógica, porque tal vez no tenga ningún sentido y en eso consista precisamente: únicamente en vivirla.