martes, 24 de abril de 2012

interminable


Te miro a escondidas. Te da el sol en la cara, mientras vamos en silencio en este autobús vacío. Somos los únicos pasajeros. En este momento pararía el tiempo. Lo haría interminable. Un instante interminable. Qué paradoja. Detendría el tiempo solo para mirarte despacio, para observar cada uno de tus rasgos, para dejarme encandilar por tus labios, para perderme en lo profundo de tus ojos. Y en vez de eso, miro por la ventanilla, cómo el agua de lluvia resbala por los cristales. Te miro de nuevo y me pregunto qué pasaría. Que pasaría si ahora mísmo abro la boca y te digo todo lo que pienso. Si empiezo a vomitar palabras como nunca. Si te lo digo de una vez por todas, porque qué más da ya que lo sepas. Pero no me atrevo, no lo hago. No muevo ni un dedo. Ni rompo el silencio. No digo nada porque me da miedo, y es un miedo pequeño, diminuto, parecido al vértigo. Porque no sé si me da más miedo que me digas que no, después de tanto tiempo, o que me digas que sí, para siempre.

jueves, 12 de abril de 2012

gris


Hubo un tiempo en que me dejé morir. Todo daba igual. Estar o no estar. Ser o desaparecer. Pero ya no. Ya no hay espectros que recorren las calles. Ya no hay niebla. A veces sale el sol. Ya no miro hacia atrás. Ya no todo es gris, a veces oscila entre el blanco y el negro. Sin embargo, a veces me vuelvo a sorprender pensando en nada. Absorta. Muy lejos de aquí. Ajena a la conversación, extraña entre vosotros. Perdida. A veces sigo sin encontrarme, sin entender nada. No volvería atrás en el tiempo. Ahora sé que no voy a encontrarte, que las historias las tendré que inventar yo, que esperar eternamente no vale, que no hay nada que buscar. Que seguiré teniendo la cabeza llena de pájaros. De garabatos. De palabras entremezcladas. De música y de silencio. Pero hay momentos, en que haces click. Chasqueas los dedos. Abres los ojos. Casualidad. O no. Coño, te recuerda que sigues viva, que sigues siendo humana. Desaparece la dulzura de la incertidumbre. Ya no miro con nostalgia hacia atrás. Pero a veces, sigo viendo el futuro muy negro, más que una noche sin estrellas.

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