Es catastrófica la tendencia que tienes a olvidarte de todo, cerrar los ojos y seguir mojándote bajo la lluvia de tus propios nubarrones. Retroalimentarte de tu propia tristeza y saborear tus lágrimas saladas.
Sin embargo, de vez en cuando un destello te hace levantar la vista. Es solo un pequeño detalle, pero puede cambiarlo todo. Puede mover todo tu mundo. Porque somos pequeños, e incluso lo más mínimo, supone mucho.
Un detalle insignificante, te hace volver a despertar del letargo, recuperar la curiosidad, las ganas de hacer cosas, la ilusión. Te hace ver un poquito más allá, cuando ya te creías de nuevo perdido.
A veces solo hace falta un soplo de aire fresco, un poco de brisa que aleje las nubes y te deje ver el sol... Solo un gesto diminuto, una actitud, una palabra.
Y ya sabes que me encanta perderme en las palabras.
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