lunes, 30 de noviembre de 2009

muñeca de trapo


No es la muñeca más bonita. No tiene una preciosa cara blanca de porcelana. Ni tiene unos bonitos ojos verdes de cristal. Ni una boquita pintada de color rosa. Pero es tu muñeca preferida. Esa pequeña muñeca de trapo. Está ya un poco vieja, con su pelo de lana deshilachado, sus coloretes difuminados y sus ojos tristes pintados sobre la tela. Tal vez no sea la muñeca más bonita, pero es la que más quieres. Es el juguete que nunca podrás olvidar. Cada vez que juegas con esa muñeca, despiertas recuerdos. Cada vez que te sientes sola, te refugias en este pequeño pedazo de tela. Cada vez que miras esa muñeca, echas un vistazo hacia atrás en el camino. Cada vez que la encuentras, sabes quién está contigo. Cada vez que la ves, sabes que tendrás algo que echar de menos.

jueves, 26 de noviembre de 2009

inestabilidad


Puede que aún no lo sepas. Pero tienes una cualidad innata para destrozar todo lo que tocas. Eres como una molécula inestable. Tu universo se hace jirones a tu alrededor y nadie puede evitarlo. Ni siquiera tú. Solo observas impasible la destrucción. Cierras los ojos y te refugias en la oscuridad. Te envuelves en tu fría coraza. Hielas todo lo que se esconde bajo ella, si es que algo de lo que fuiste aún queda. Si es que no es vacío lo único de lo que está repleta. Todo se desvanece ante tu mirada gélida. Todo se fragmenta lentamente. Como pétalos marchitos, como pequeños trozos de papel que se deshace quebradizo entre tus dedos. Y cuyos pedazos, diminutos, se pierden para siempre con el viento.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

el muro


Hace veinte años ya, y podría ser ayer. Vuelvo a casa caminando, despacio. Es el momento del día en que mejor se piensa. Es de noche, las luces iluminan vagamente los adoquines, y las ideas se entremezclan al arrullo del tráfico en la metrópoli. Ya no existe aquel muro. Sin embargo, habrá otros. Es fácil llegar a crearlos, sin apenas darse cuenta. Un día, de la mañana a la noche, están ahí. Nadie sabe cómo han aparecido. Ni por qué. Se repiten los mísmos esquemas. Se cae en los mísmos errores. Es una espiral sin sentido y sin final. Es tan sencillo dejarse arrastrar y tan difícil salir. Es de nuevo, el eterno retorno de lo mísmo. Hace veinte años, y parece que fue ayer. Llego al portal, busco las llaves, que tintinean dentro del bolso y entro al apartamento. Cierro la puerta. Me quito las botas y camino a oscuras descalza. Aquí y ahora, todo es silencio.