viernes, 13 de julio de 2012

28.


Nunca me gustaron los números pares. En especial éste. Es un número demasiado pesado. A partir de este momento los números comienzan a avanzar más deprisa. El 28 ya es un número para haber conseguido algo. Para echar la vista atrás y ver lo que has logrado. Pero no, siento que no lo es. Que no hay cambios. Da igual que el número sea 28 o 16. Estoy detenida, en stand by. Sin saber qué hacer. Y pasarán muchos más números, y nada cambiará. Solo pasa el tiempo, con su monótono tic tac. No sé qué quiero. Ése es el problema. No los números. Los números son solo cifras. Estoy atrapada entre dígitos sin sentido, entre palabras absurdas, entre silencio, entre vacío. Y no sé absolutamente nada.

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