jueves, 10 de noviembre de 2011

fragmentos de espejo


Quita el vaho lentamente con el dorso de la mano y se observa en el espejo. Detesta la imagen que le devuelve su reflejo. Cada vez que se mira le entran ganas de llorar. Nunca podrá ser perfecta, como esas chicas que salen en las revistas, como esas que ve por la calle. Odia mirarse en los espejos. Pero más le vale acostumbrarse, porque solo tiene esta vida. Aunque qué más da. Puede fingir que lo que no ve no existe, y no mirarse nunca más en ningún reflejo. Puede olvidarse de que tiene un cuerpo, y vagar por la casa como un espectro. Pero ahora, delante de este espejo, solo quiere llorar. Y las lágrimas le inundan los ojos, resbalando por sus mejillas, metiéndosele por la nariz, mezclándose con las gotas de agua de su pelo mojado. Las lágrimas distorsionan su reflejo, hasta hacerlo borroso, irreconocible. Se mira fijamente a los ojos reflejado, se muerde un labio y llena de ira da un puñetazo al espejo, que se quiebra en mil pedazos. Ahora su reflejo se ha multiplicado. Millones de ojos tristes la observan desde el otro lado. Genial. Ahora no solo tendrá siete años de mala suerte, sino también, una mano vendada y una historia que inventar.

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