viernes, 31 de agosto de 2012

no lo sé.


No lo sé.
No sé por qué me enfado.
Últimamente cada palabra que dices me hace hervir la sangre.
Cada mínimo gesto hace que salten chispas.

No sé por qué.
Ni siquiera yo lo entiendo.

No lo sé.
No sé por qué te quiero...
(léase con voz de bolero)


jueves, 23 de agosto de 2012

noche


El calor es asfixiante. Bailo al ritmo de la música. Me dejo llevar por el sonido envolvente. En la penumbra solo puedo distinguir vagamente otros rostros, lejanos, que se mueven desacompasados. Las luces estroboscópicas crean una atmósfera irreal, apareciendo y desapareciendo entre jirones de humo blanco. Sigo bailando, intentando olvidarme de todo, necesito beber algo. En ese momento siento que tus manos me tapan suavemente los ojos. Me susurras algo, pero la música atronadora hace que se pierdan tus palabras. Sonrío, me doy la vuelta, buscándote. Me sigues hablando al oido. No puedo verte, pero el roce de tus labios sobre el cuello me hace estremecer. Me encanta sentir tu aliento, tan cerca, me haces cosquillas. Sabes que me vuelve loca. Ya no escucho la música, todo mi mundo se ha reducido a la más completa oscuridad y a sentirte. Tus manos se desplazan con cuidado, en la nuca, tus dedos entre mi pelo, vas bajando lentamente por mi espalda, te enredas en mi cintura. Cierro los ojos, me giro, buscando a tientas tu boca. Te encuentro, te beso, despacio, como nunca. Me encantas, casi te había olvidado, pero ahora tus besos siguen sabiéndome a ron dulce y a historias por contar.

martes, 14 de agosto de 2012

futuro


Hojeo distraída el periódico. Paso las páginas sin prestar atención.
Leo el horóscopo: "Amor. Ya es tiempo de dejar atrás el pasado."  

¿Te acuerdas aquel día cuando te levantaste en medio del silencio para darme un abrazo solo porque estaba triste? ¿Qué nos ha pasado? ¿Cómo hemos podido alejarnos tanto? 

Ahora, cuando estoy a solas contigo, me bloqueo. Mi cabeza se convierte en un remolino, consigues nublarme el cerebro. Me siento estúpida. Se avecina una tormenta. Da igual que sea verano, contigo mi cielo se vuelve plomizo.  

No sabes cuánto me gustaría volver atrás en el tiempo, a ese momento. A los días soleados. No sabes cuánto te echo de menos. No sabes cuánto me cuesta, recordar el pasado, echar una mirada al presente, ver cómo hemos cambiado, cerrar los ojos e imaginar un futuro sin tí, sin que estés aquí, a mi lado.

martes, 7 de agosto de 2012

gafas de sol


Gafas de sol. Dícese del objeto fetiche que se utiliza para crear nubarrones interiores cuando fuera el tiempo es soleado. 


Las gafas eran uno de sus objetos favoritos. En especial las gafas de pasta. Siempre le habían parecido interesantes. Le gustaba la gente con gafas. En realidad, le fascinaba la idea de observarlo todo a través de un cristal. Cada par de gafas dotaba al individuo de una percepción particular.

Sin embargo, hacía poco que había descubierto las gafas de sol. Eran un invento extraordinario. Las gafas de sol le permitían esconderse del mundo. Producían un efecto mágico, al igual que los niños pequeños que se tapan los ojos con las manos, no para no ver, sino para dejar de ser vistos. Ella se ponía las gafas de sol y desaparecía.

Estaba entusiasmada. Con sus gafas oscuras se volvía invisible. Nadie podía saber hacia dónde miraba, podía observar el mundo sin peligro. Con sus gafas de sol podía perderse en sí mísma todo el tiempo que quisiera. Como si no estuviera allí. Como si no hubiera nadie a su alrededor.

Con sus gafas no importaba que en el exterior el calor fuera insoportable y que la luz deslumbrara bajo un sol cegador. En el interior, su cielo podía cubrirse de nubes y sentir una ligera brisa. Incluso podía llover a cántaros, sin miedo a que una línea de rimmel delatara lo que estaba ocurriendo.

A veces incluso, se sentía poderosa tras sus gafas.
Sonrió al espejo. Con unas gafas de sol y un poco de rouge, la vida se veía de otro color.


miércoles, 1 de agosto de 2012

días


Odio los días en que te quedas mirándome así, creo que sin darte cuenta, porque me dan ganas de comerte a besos, porque sé que esto es el principio de no poder olvidarte, de empezar a echarte de menos, de querer más.

Prefiero los días en que me das cualquier pequeña excusa para odiarte sin motivo, porque te puedo mantener fuera de mi cabeza, te siento lejos, te pierdo en el olvido.

Son días menos tristes, días en los que apenas pienso en tí.