lunes, 31 de agosto de 2009

random


Clack. Pulsa un botón. Silencio. Momentos musicales. Clack. Sonido. Clack. Silencio. Clack. Música aleatoria. Cierra los ojos. Vuélvelos a abrir. Cada vez que pulsas el botón cambia. Clack. Todo cambia. Diferente música, diferente situación. Diferentes colores, diferentes olores, diferentes sensaciones. Clack. Pausa. Un breve momento de tranquilidad. Clack. Todo se sucede a una velocidad de vértigo. Clack. La vida es lenta, una melodía instrumental. Pero solo dura un instante. Clack. Ahora cambia el ritmo, aumenta el sonido, va in crescendo, muy rápido, elevando el volumen, hasta llegar al estallido final. Clack. Respira. Quítate los auriculares. Regresa a la realidad. Escucha el exterior, las conversaciones ajenas. Las voces, los susurros, los sonidos cotidianos de la calle. Se ha hecho demasiado tarde. Apresúrate. Clack. Deja la música en stand by, para cualquier otro momento.

martes, 11 de agosto de 2009

Lisboa


Cierra el libro con cuidado, marcando las hojas entre sus dedos. Levanta la cabeza distraída, con la mirada perdida. A lo lejos se escucha música de fado, con su canción profunda y triste. Es la banda sonora perfecta para este instante. Coge la cucharilla y remueve con cuidado el café, oscuro y amargo. Es la hora del atardecer en que se funden dos luces, se esconde el sol para dar paso a las estrellas. Al fondo, se ve el azul del Atlántico, que poco a poco se cubre de tonos naranjas. Observa la calle, con su bullicio habitual, como lentamente se va quedando en silencio. Es la ciudad perfecta para este momento. Entonces se levanta y comienza a caminar despacio. Atraviesa la plaza, es tarde, y acaba de perder el tranvía. Paso a paso va arrastrando su melancolía. Se mueve fugaz como un espectro, pasa como una sombra deslizándose sobre los adoquines. Para ella, Lisboa siempre será la ciudad del desamor. La ciudad donde su historia se perdió en el olvido.

lunes, 10 de agosto de 2009

lluvia


Llueve. Veo las gotas resbalar por el cristal. Hace un tiempo, dibujaría con un dedo sobre el vaho del vidrio, dentro de unos años, me preocuparé porque los cristales se ensucian. El cielo está plomizo. Llueve y llueve. Ahora solo observo llover tras los cristales. Es una lluvia fina que empapa el suelo. Es una lluvia que cae en silencio. A lo lejos, se ve el resplandor de un relámpago en el cielo, pero el ruido no llega hasta aquí. Entre las nubes se cuelan a veces algunos jirones de sol. Pero sigue lloviendo. Llueve y llueve hasta hacerse de noche. Entonces, abro la ventana de par en par, para sentir el olor a tierra mojada que inunda toda la casa.

jueves, 6 de agosto de 2009

sputnik


- ¿Qué estás leyendo?
- "Sputnik, mi amor" de H. Murakami.
- Sputnik en ruso quiere decir compañero de viaje.
- Lo sé.
- Repítemelo otra vez.
- ¿El qué? ¿Sputnik o mi amor?


[conversaciones imaginarias sacadas de contexto, vol.1]

lunes, 3 de agosto de 2009

esquirlas


Te envuelves en una coraza de acero, acurrucada debajo del metal. Te haces más y más pequeña, diminuta. No dejas que nadie te vea. Solo ves la realidad por una estrecha rendija. Te imaginas un mundo de sombras, donde nada es real, donde nada es mentira. Todo es como lo imaginas. No sabes lo que es la realidad. Te haces más y más pequeña, hasta desaparecer. Hasta que alguien sea capaz de abrir el complicado engranaje, y descubra que allí ya no queda nada. Que te volviste frágil como el cristal, y te hiciste añicos con un soplo de brisa. Que ahora solo quedan allí minúsculas esquirlas de vidrio.