Y descubrir de nuevo esas pequeños detalles que desde fuera pueden parecer absurdos, intranscendentes, pero que hacen que todo cobre sentido. Una nota escrita en el espejo, un dibujo en el vaho del cristal, un sms a deshoras, un gesto cómplice en el momento exacto, un mensaje que se puede leer entre líneas, una sonrisa, una mirada… un juego entre dos, donde nadie gana ni pierde, es un empate perpetuo, donde lo importante no es ganar, sino querer jugar.
Sin embargo, jugar nunca se me dió demasiado bien, nunca me interesó demasiado el juego, y ahora me arrepiento. Porque es sencillamente precioso que alguien se preocupe de crear casualidades para tí, y eso no se puede dejar pasar.
Sería demasiado estúpido hacerlo.
Sin embargo, jugar nunca se me dió demasiado bien, nunca me interesó demasiado el juego, y ahora me arrepiento. Porque es sencillamente precioso que alguien se preocupe de crear casualidades para tí, y eso no se puede dejar pasar.
Sería demasiado estúpido hacerlo.
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