jueves, 19 de agosto de 2010

la ciudad de plástico


El vagón de metro está prácticamente vacío. Me siento a leer durante el trayecto. El viajero que va a mi lado me mira fijamente. De forma brusca abre un maletín y saca un revólver. Me apunta directamente a la cabeza y dispara. Cierro los ojos. El libro cae al suelo. La detonación ha sido brutal. Pero no hay impacto, no ha pasado nada. Abro los ojos. El humo invade el vagón mientras el tren se detiene. Una sombra se escabulle precipitadamente hacia el andén. Miro a mi alrededor. Ya no hay viajeros. Son solo figuras inmóviles, maniquíes con brillantes ojos de cristal. Están detenidos en el tiempo, escrutando el infinito en el interior del túnel. Encadenados a la oscuridad. Fuera de este tren ya no queda nada. La ciudad está desierta. Sus habitantes han sido exterminados. Una niebla grisácea y pegajosa ha comenzado a cubrirlo todo. No se escucha ni un solo sonido. El silencio es sepulcral. La ciudad entera se convertirá en plástico, en residuos, en kippel.

1 comentario:

  1. Qué tendrán los trenes...que siempre llevan algo siniestro/romantico/misterioso que no tiene ningún otro vehículo...

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