martes, 22 de marzo de 2011

confesiones


Caminamos por la calle a una distancia prudencial. Nuestros brazos ni siquiera se rozan con el movimiento. Hablamos, la conversación es banal. Cae la noche. Comienzan a encenderse las farolas, tiñendo la calle de una luz anaranjada y espectral. Ya no sabemos qué decir. El silencio se instala entre nosotros. Miramos hacia el suelo, vigilando nuestros propios pasos.
- ¿Te he dicho alguna vez que te quiero?
Te detienes y te giras hacia mí. Pero yo sigo caminando hacia delante. Tras unos segundos, me sigues con pasos rápidos. Llegamos al cruce donde se separan nuestros caminos. Ni siquiera me miras a los ojos, solo haces un breve gesto con la mano.
- Adiós.
- Hasta mañana.
Y me alejo, caminando deprisa, ligera, intentando reprimir una sonrisa.

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