No es tan complicado como piensas.
Primero te acercas un poco, rozas levemente mi mano con tus dedos. Rápidamente, como si no te hubieras dado cuenta. Cruzamos una mirada cómplice. Sonríes. Luego me hablas al oído. Te acercas un poco más. Siento tu respiración cálida sobre mi cuello, un escalofrío me estremece. Tus manos alcanzan mi cintura. Me atraes hacia tí suavemente. Te miro a los ojos, y luego a la boca. Esos labios que me vuelven loca. Ahora estamos tan cerca, que siento el vértigo en la boca del estómago. Estoy un poco mareada. Busco tu cuerpo con mis manos, heladas. Necesito un punto de apoyo. Subes lentamente por mi espalda, hasta llegar a la nuca y enredas tus dedos entre mi pelo. Siento cada latido en mis muñecas, se me entrecorta la respiración, cada vez más agitada. Cierro los ojos. Te acercas hasta lo imposible, haciendo que se junten nuestros cuerpos, me rodeas entre tus brazos, y al fin, me besas en los labios.
No es tan complicado, lo más difícil, es dar el primer paso.
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