O de cómo una voz se vuelve imprescindible. Sobre multitud de voces. Se confunden mezcladas entre el silencio. Múltiples voces difuminadas, poco a poco se vuelven nítidas. Se distinguen unas de otras. Voces suaves, que hablan lentamente. Voces cautas que esconden secretos. Voces que te susurran al oído, que te llevan de la mano hacia lo desconocido. Poco a poco una se diferencia del resto. Una única voz que te habla despacio. Una voz envolvente que deja caer cada palabra como si fuera un pequeño tesoro. Una única voz que no puedes dejar de escuchar. Una voz que se vuelve necesaria. Una voz que es como un hechizo. Que te sumerge en el más profundo de los sueños. Que te arrulla y te protege. Una voz cálida que te guía al cruzar la frontera. Una voz, lejana, que se pierde en tu memoria. Una voz, que de nuevo, al despertar, se confunde con las otras. Esa voz que de manera imperceptible, se va apagando hasta desaparecer, pero cuyo eco aún resuena en tu cabeza.
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