miércoles, 31 de marzo de 2010
locura
domingo, 28 de marzo de 2010
crisis
jueves, 25 de marzo de 2010
cambios
Es extraño, pero últimamente algo está cambiando. Voy por la calle con ganas de silbar. Cuando me doy cuenta estoy tarareando canciones absurdas. Me sorprendo sonriendo en un descuido. Podría decir que siento mariposas revolotear en el estómago, pero esto sería ir demasiado rápido. Simplemente, parece que poco a poco se desvanecen los nubarrones. Las mañanas ya no son un abismo negro. El futuro ya no me da vértigo. Dulcificas mi carácter.
miércoles, 24 de marzo de 2010
seriedad
Te observo, distorsionado a través del agua. Oigo que me chillas algo incomprensible. Varias veces. No te entiendo. Abro más los ojos, dentro del agua, pero sigo sin entenderte. Cierro los ojos. Ya apenas salen burbujas. Ya apenas puedo oir lo que me dices. Sumerges tus brazos en la bañera y con un movimiento rápido me sacas hacia la superficie. Aspiro una bocanada de aire, y mis pulmones vuelven a llenarse de oxígeno. Me miras fijamente. Estás muy cabreado. Das un golpe seco contra el lavabo. Aunque siento que lo que de verdad querrías es descargar tu ira contra mí. Me encanta cuando te pones serio conmigo. Pareces tan seguro de lo que dices. Tras la primera explosión me hablas midiendo las palabras, intentando no levantar la voz. Intentando controlar la rabia. Hablas como se hablaría a un niño pequeño, o a un loco. Me intentas convencer, pero sin estar seguro de si comprendo el significado de lo que dices. Sé que es agotador intentar rescatarme continuamente del abismo. Solo me pregunto cuándo te darás por vencido, cuándo me dejarás por imposible.
domingo, 21 de marzo de 2010
perfume
sábado, 20 de marzo de 2010
insert coin
Insert coin, insert coin, insert coin.
No desesperes, que alguna vez toca premio.
lunes, 15 de marzo de 2010
trayectos
viernes, 12 de marzo de 2010
espectros
domingo, 7 de marzo de 2010
luces metropolitanas
En las afueras, la noche tiene luces azuladas, que desembocan en la más profunda oscuridad. Todo se vuelve negrura en un instante, solo rota por los faros de algún coche despistado. Sin embargo, en la ciudad las noches son naranjas. A la luz de las farolas, todo se tiñe de manera irreal. Lo que antes era blanco, se colorea, cambian los reflejos y las tonalidades. Todo desaparece bajo un brillo anaranjado, fantasmagórico, que envuelve la ciudad por completo. Cierras los ojos y sigues viendo ese destello cálido. Miras hacia el cielo y el resplandor no te deja ver más allá. La ciudad se convierte en una burbuja, en una prisión de vidrio amarillento, en una esfera que te aisla del exterior. En ese momento, quieres gritar, huir de allí, escapar de una realidad distorsionada. Pero no puedes. Estás atrapado entre las luces, y por mucho que corras, no podrás dejarlas atrás.
viernes, 5 de marzo de 2010
el pequeño astrónomo
Desde niño dirigió sus ojos hacia arriba. Primero sin articular palabra, señalaba las cúpulas de los edificios. Después, miro más allá, y comenzó a buscar formas en las nubes, a descubrir dibujos escondidos entre su blancura esponjosa. Pronto subió un poco más, centrando su mirada en el cielo. Un cielo oscuro y cuajado de estrellas. No le importaba nada lo que hubiera abajo. Tan solo poder leer esos diminutos puntos luminosos. Pero estaban demasiado lejos. No conseguía verlas bien. Frecuentemente utilizaba un telescopio para acercarlas un poco. Pero aún así seguían estando demasiado lejos. Mientras, abajo seguía pasando el tiempo, sin que el pequeño astrónomo se diera cuenta. Pasaron las estaciones, una detrás de otra, y los astros variaban ligeramente su posición en la bóveda celeste. Pasaron una tras otra. Hasta que un día, se cansó de mirar el infinito y decidió tocarlo con los dedos. Ya nunca más volvió a mirar hacia abajo. Y subió, subió, subió hasta el punto más lejano. Al fin y al cabo, todos somos polvo de estrellas.
miércoles, 3 de marzo de 2010
piedras
Ya me lo decían desde pequeña. Que era demasiado arisca. Y tenían razón. Desde siempre el contacto físico me ha producido cierto vértigo. Solo observo a lo lejos, en la tranquila comodidad de la distancia. Sin atreverme a acercarme. Sin atreverme a tocar a los otros. Soy incapaz de sentir empatía por los que me rodean. Quizás fue un proceso lento, que se ha ido agudizando a lo largo del tiempo, o quizás siempre fuera así y solo ahora soy plenamente consciente. ¿En que momento dejo de latirme el corazón? ¿Cuándo fue sustituido por un par de piedras entrelazadas que de vez en cuando hacen "boom, boom"?
lunes, 1 de marzo de 2010
fracaso
Suscribirse a:
Entradas (Atom)