Llueve, llueve y llueve. Pego la cara a la ventana, para sentir el frío del cristal y ver las gotas resbalando y alcanzándose unas a otras. No ha parado de llover en toda la noche. La ciudad está desapareciendo bajo el diluvio, va a tragarse los edificios. En otro momento te diría que es un día triste y gris. Hoy, te digo que me voy a poner las botas de agua y voy a salir a saltar en los charcos. Que voy a sonreir, aunque llueva.
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