martes, 4 de enero de 2011

postales


En el fondo del armario encontró la caja. La tenía muy olvidada, la escondió hace años, junto a los disfraces de carnavales y las cuentas para hacer collares. Se sentó en el suelo y la colocó con cuidado a su lado. Sabía que abrirla era como destapar la caja de los truenos, darse de bruces con sus recuerdos. Pero aún así lo hizo. Se armó de valor y saltó. Saltó al vacío del pasado. Fue recorriendo con los dedos cada uno de los papeles que sobresalían de la caja, fragmentos de otro tiempo. Estaba llena de postales antiguas. Postales que tú le habías enviado cuando te fuiste. Postales sin firma, que le dejaban adivinar tu paradero. Postales anónimas, en las que ella reconocía tu letra e iba guardando en una caja, por si volvías. Pero nunca regresaste, y un día, dejaron de llegar postales. Ahora colecciona postales de otros, a cada uno de sus amigos les pide únicamente que le envíen una postal de sus viajes. Que la seleccionen entre las demás, le pongan un sello y la echen a un buzón. Postales de multitud de sitios diferentes. Postales que pone en las paredes, o sobre la estantería, pero que no guarda más en ninguna caja. Postales nuevas que llenen el espacio de las postales viejas que nunca llegaste a enviar.

1 comentario:

  1. Yo tambien guardo todas mis postales en una caja! Es bonito sacarla de vez en cuando y recordar.

    ResponderEliminar