Ningún sentimiento tan absurdamente irracional y tan atroz como los celos.
Ayer, a mitad de la noche se paró el universo cuando te ví besándola. Me imaginé que debía ser yo, y no esa otra chica, tu amante, el centro de tus atenciones, la causa de tus desvaríos y la dueña de tus pensamientos. Pero no soy yo, es ella. Y pudo haber sido cualquiera. Ahora los celos son algo tan estúpido como que hace algún tiempo yo mísma te dije que no. Esta es tu pequeña venganza y en este momento, me arrepiento.
He pasado la noche dando vueltas en la cama sin conseguir dormir, pensando en tus palabras, imaginando tus caricias, recordando tus ojos claros mirándome con deseo y tus manos recorriendo cada centímetro de mi piel. Pero es demasiado tarde, y ya solo puedo sentir tu ausencia, y esta mezcla de rabia y tristeza sin sentido.
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