Se avecina un cortocircuito. Lo noto. Igual que se presiente en el aire cuando va a haber una tormenta, con la atmósfera cargada de electricidad. Lo percibo en cada una de las placas, sobrecalentadas. Las neuronas metálicas, envueltas en una maraña indescriptible, se mueven constantemente, transmitiendo información. La mielina artificial que las recubre comienza a desaparecer y cualquier roce hace que salten chispas. El combustible ya no fluye normalmente, se solidifica en las juntas, obstruyendo las arterias de plástico. El engranaje chirría al girar demasiado deprisa. Los datos procesados se desconfiguran, volviendo a convertirse en ceros y unos inconexos.
No sé cuando será, solo sé que se acerca el desastre.
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