miércoles, 29 de septiembre de 2010

billar francés


Es un juego que no me interesa demasiado, y hasta aquel momento no me había fijado. Pero al verte allí, inclinado sobre la mesa de billar, iluminado vagamente por la luz tenue del local, solo una parte de tu cuerpo destaca sobre el resto. Tus antebrazos. Nunca había reparado en el potencial erótico de esta parte de tu anatomía, ahora no puedo dejar de pensar en ello. Sujetando el taco, concentrado en el movimiento de la bola, tus músculos se tensan, definiendo perfectamente la forma de tus brazos. La muñeca, girada, impulsa el taco en la dirección correcta, y el movimiento se extiende por todo el antebrazo, en una fracción de segundo. Es un breve paréntesis espacio temporal, me imagino esos antebrazos, fuertes, sujetándome con firmeza. Mi respiración se acelera. Clack! La bola blanca golpea en el punto exacto, y desliza lentamente la siguiente bola, consiguiendo una carambola espectacular.

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