Me fascina tu boca. Desde el primer día que te ví. Tus labios gorditos y perfectos, me pierden. De hecho, cuando hablo contigo, no puedo evitar desviar la mirada, me atraen como un imán. Me encanta cuando te los muerdes descuidado, mientras estás pensando en otras cosas y crees que nadie te observa. Imagino constántemente cómo sería darte un beso. De casualidad, me encuentro con detalles, fragmentos, en los que nadie más se fija. De tí, son tus labios. De otro, son los ojos, azules como un océano inmenso donde naufragar a la deriva, o los hoyitos que se forman en las mejillas al sonreir, o las manos, grandes y huesudas, impacientes por acariciar mi piel, o los antebrazos que buscan rodear mi espalda, o el acento suave y melodioso para cantar nanas, o la voz profunda y susurrante, hecha para contarme cuentos al oído....
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