miércoles, 27 de mayo de 2009

de camino


Caminar es catártico. Un paso, otro paso, un pie, otro pie. Puedes ir escuchando música, o prestar atención al ruido a tu alrededor, el tráfico, las voces de las personas que se cruzan contigo, fragmentos de conversaciones, tus propios pensamientos.
Observas la calle, a la gente, cómo cambia, cómo pasa el tiempo, como sigue la vida en la ciudad. Ves a esa chica, tan pequeña y tan maquillada, te horroriza, pero recuerdas cómo te sentías a su edad, cuando te pintabas los labios de granate y te ponías tacones creyéndote mayor. O a esa pareja, una imagen desoladora, ella abrazada a él, sin soltarlo un instante, y él con los ojos abiertos, mirando hacia fuera, deseando escapar de esa prisión. O a ese anciano, que va caminando despacio, con su bastón, concentrado en cada uno de los movimientos que debe hacer para seguir andando.
Te mueves despacio, te abruman tantos detalles en los que habitualmente no te hubieras fijado, dejas de sentir tu cuerpo, te abstraes, solo sientes tus pasos, uno tras otro, solo ves el camino. Ya ni siquiera oyes lo que piensas, tu mente está en blanco. Te vuelves invisible. Observas, escuchas, te fundes con el aire, aún queda recorrido. Un pie, otro pie... catarsis cotidiana.

2 comentarios:

  1. Se me hace raro leer cosas que me son tan familiares, dicen que presto demasiada atención a los detalles...dicen demasiado.

    A seguir caminando !

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  2. es lo mejor, Madrid a pie, con música. Mucho mejor ahora, que se pueden llevar sandalias

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