Alguien me contó que el amor es como ese bizcocho de yogurt que todo el mundo dice saber hacer, el que nunca viene en los libros de cocina, porque es la típica receta que pasa de boca en boca. Para que dos personas se enamoren, solo hace falta tomar el vasito de yogurt como medida, calcular los elementos imprescindibles. Primero se mezclan los ingredientes: se baten los huevos con el azúcar. Se hace ver a cada uno de los dos, que el otro existe. Una vez mezclados, se añade la levadura con la harina, el yogurt natural y el aceite. Un par de comentarios en el momento exacto, van tanteando el terreno. Como toque especial, se añade ralladura de limón; esos pequeños detalles maravillosos, esas casualidades creadas que mantienen viva la ilusión del principio. Se bate todo con la batidora hasta que la mezcla sea completamente homogénea. Las ideas fluyen en solitario, se evalúan las posibilidades, se crean expectativas. Se unta de mantequilla el molde y se espolvorea con una ligera capa de harina. Se va preparando la situación, con la complicidad de algún amigo mutuo. Se vuelca la mezcla sobre el molde y se introduce en el horno a 170 grados, durante unos 35 minutos. Se concierta un cita romántica, y se deja a ambos disfrutar de una noche de ensueño. Se desmolda y se deja enfriar. Lo que pase más allá de ese día, es solo cuestión de dos. Se puede utilizar el bizcocho como base para postres más complicados: con fruta, con nata, con chocolate, o simplemente comerlo tal cual. La continuación no es tan fácil: las instrucciones no vienen en los recetarios.
Me parece que mis bizcochos llevan siempre extra de ralladura de limón, lo malo es que nunca pasaré de la fase de sacarlos del horno xD
ResponderEliminarPdT: Si no hay receta siempre se puede improvisar algo!
ese lo hace mi madre!!!
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