Me despierto desubicada, ya no estás aquí conmigo entre las sábanas revueltas. Miro por la ventana: la luz se cuela entre las rendijas de la persiana. Debe ser bastante tarde. El olor del café recién hecho invade todo el apartamento. De repente oigo la música de la guitarra. Avanzo descalza por el pasillo, guiada por el sonido, y te veo en el salón, tocando en el sofá. Frente a tí, dos tazas intactas. Te observo desde el marco de la puerta. Cuando te das cuenta, me miras despacio, y sonríes. Tocas para mí, nuestra canción preferida. Cierro los ojos y tarareas la melodía. Avanzo hacia tí y te doy un beso de buenos días. Hoy es una mañana perfecta de domingo.
El café...
ResponderEliminarUn texto de cielo azul despejado, (que envidia).