Intento disimular los nervios, y hablo con los demás fingiendo que no pasa nada, pero en realidad procuro no perder detalle de cada uno de tus movimientos. Te observo a hurtadillas, sin atreverme a dirigirte ni una sola palabra. Solamente mis ojos buscan tu ojos, mientras tú pareces ignorarme. Pocas veces se cruzan nuestras miradas. Sin embargo, aunque tú no lo quieras reconocer, yo sé que también me buscas.
Muchas veces te imagino en otro contexto, fuera de estas cuatro paredes, más allá de esta oficina, pero entonces tu figura se desdibuja, como si fueras un ente anclado a este espacio, un espectro que no tiene cabida fuera de aquí. Tal vez fuera, ya no serías tú. Seríamos otro tú y otro yo, pero ya no seríamos los mismos, ya no seríamos nosotros dos.
Entonces, tras unos breves instantes, vuelvo a mis pensamientos circulares, me alejo y sigo esperando cruzarme contigo por un estrecho pasillo, donde me saludes con fría cortesía, mientras yo te devuelvo una sonrisa tímida. Sigo esperando verte en la cocina, compartiendo en silencio una taza de café. Sigo esperando que avances algún paso hacia mí, que muevas ficha en este tablero imaginario.
Y así se pasa el tiempo. Termina otra jornada, una más, y apenas nada ha cambiado. Salgo del edificio esperando volver a ver tu silueta en el portal, o en la calle, fumando un cigarrillo tras otro con aire despistado, convirtiendo en humo los problemas del día. Transformando en palabras vacías todo lo que yo no soy capaz de decir.
Y cuando dos juegan,
ResponderEliminary uno mueve ficha, responde otro
y teme de nuevo el jugador, en mover una vez más
y es que a veces se olvida de lo que es jugar.
....
Lo malo, a veces olvidamos que no mover ficha es un movimiento más
eso m pasa a mí con mi nueva clase de los jueves.... jajajaj
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