Hacía años que no lo probaba, cuando de repente aparece el postre: fresas y helado de mascarpone cubierto de algodón de azúcar.
Al deshacerlo en mi boca, en un instante, me trae recuerdos de cuando era pequeña. Las noches de feria, el final del verano, el suelo de arena cubierto de papeletas de la tómbola, el olor dulzón del aire y el sonido intermitente de las atracciones.
Nada que ver con ahora, en la penumbra de este restaurante, adormecida por el suave vino rosado de la cena, tú enfrente mío, me observas desde el otro lado de la mesa, me acaricias con tu mirada, deseando que nos vayamos a casa. Entonces yo, te hago esperar un poco más, mientras me chupo despacio los dedos pegajosos de azúcar.
martes, 24 de febrero de 2009
lunes, 23 de febrero de 2009
vértigo
sábado, 21 de febrero de 2009
luna
Doblo la esquina, envuelta en mi bufanda, tiritando de frío.
Y de repente, todo huele a algodón de azúcar y caramelo.
Porque cuando tú me dices luna, yo pienso licantropía.
No lo puedo evitar, aún a sabiendas que no es la respuesta.
Aún sabiendo que no es eso lo que quieres oir.
No mires hoy al cielo buscando dibujos en las nubes.
Ni te imagines de qué hablan los extraños que te rodean.
Hoy, cuando vuelvas la vista atrás, no encontrarás nada.
Solo oscuridad. Solo la luna llena, de nuevo.
viernes, 20 de febrero de 2009
miércoles, 18 de febrero de 2009
miedo
Miedo de que me dejes, miedo de que desaparezcas, miedo de perderte, miedo de que nunca hayas estado aquí.
domingo, 15 de febrero de 2009
Chamberí
Chamberí es uno de ellos.
Por un lado, la plaza, en el centro de Madrid, pero tan extraña, es como entrar en una burbuja de tranquilidad, donde por un instante se olvida el tráfico, las prisas, el agobio de la gran ciudad. Y solo quedan los árboles, el silencio, los bancos donde sentarse a leer al sol y el templete. Con solo cerrar los ojos te puedes imaginar a la orquesta tocando dentro, transportada a otra época, a un Madrid decimonónico, ves a los transeúntes de otro siglo, ataviados con sus trajes largos y sus bombines, arrullados por la música y por el sonido incesante de los tranvías.
Por otro lado, la estación de metro fantasma, ahora convertida en museo, pero que hasta hace muy poco solo era una estación vacía, que apenas se vislumbraba al pasar dentro de los vagones, con la cara pegada al cristal, para ver, entre el reflejo de las luces de dentro, el andén desierto, con sus carteles de propaganda antigua y sus azulejos desvencijados. Era fácil imaginar, que al pasar velozmente el tren, un viajero se asomaba al andén y te miraba fijamente desde un lugar inexacto, donde esperaría durante toda la eternidad, a un metro que ya no pararía nunca más allí.
Pero esto son solo imaginaciones sobre una ciudad. Tal vez atravieses cada día la plaza mirando al suelo, sin vislumbrar nada de esto, tal vez vayas demasiado pendiente de tus propios pensamientos para ver nada más allá, apresurándote a cruzar antes de que el semáforo se ponga rojo.
sábado, 14 de febrero de 2009
muñecas de porcelana
Siempre me dieron miedo las muñecas de porcelana, con su redonda y blanquísima cara y sus ojos de cristal con largas pestañas. Con su pelo de nylon, sus pequeñas manos y sus vestidos antiguos. Te miran fijamente desde la estantería y por las noches sus ojos vidriosos reflejan la luz que se cuela por la persiana, dándoles un aspecto siniestro. Cada vez que la miro, en las noches de insomnio, creo que va a mover uno de sus bracitos articulados, que su boquita de piñón se va a abrir y a emitir algún sonido. Incluso, que me va a sonreir de forma diabólica desde allí, como si supieran algún secreto que yo no sé. Además, mi muñeca tiene entre sus manos un pequeño corazón de porcelana roja hecho añicos. Es la muñeca perfecta para regalar un día como hoy.
viernes, 13 de febrero de 2009
descuidos
jueves, 12 de febrero de 2009
dos palabras, ocho letras
miércoles, 11 de febrero de 2009
naufragio
Desde el primer momento en que te ví en sueños, me dí cuenta de que podría naufragar en el profundo azul de tus ojos. Entonces, supe también, que aunque jugaras conmigo, aunque te gustaran mis palabras, y aunque me desees buenas noches cada día, nunca me querrás lo suficiente como para rescatarme del naufragio.
domingo, 8 de febrero de 2009
nubes de golosina
Si te quedaste sin voz, sin palabras, lo mejor es calentar leche con nubes de golosina, hasta que se derritan, y beberlo inmediatamente.
Es solo azúcar, piensas, pero funciona. O eso dicen.
Lo mejor es hacer el ritual al meterte en la cama, arropada con mil mantas, y esperando un beso de buenas noches. Mientras te haces la dormida y escuchas ese cuento de sus labios.
Si no te sirve de placebo, al menos, te endulzará el carácter.
sábado, 7 de febrero de 2009
tiempo
Ella no sabía quien había hablado, de dónde salía aquella voz, pero de pronto le vio acercarse. Era un tipo bien vestido, pero descuidado, una especie de mendigo elegante, sin duda un trastornado.
- El tiempo no se puede comprar – se apresuró a contestar ella. Estaba perpleja, no podía decir con seguridad si aquel individuo le parecía cuerdo o loco.
- Todo se vende y todo se compra en esta vida, niña – siguió diciendo él mientras se alejaba – y lo que más miedo te da perder, eso te es robado.
Tal vez solo eran palabras sin sentido, pensó en silencio. Pero ahora no podía evitar darle vueltas...
viernes, 6 de febrero de 2009
viajes en metro
soledad
martes, 3 de febrero de 2009
tacones
Escoges unos bonitos zapatos, te los pones despacio, y echas a andar. Es entonces cuando te sientes poderosa, subida sobre tus tacones de vértigo. Zapatos rojos de tacón de aguja para conquistar el mundo, para que tiemble el suelo bajo tus pies.
Esos pies que él imagina de forma enfermiza, ese oscuro objeto de deseo, tus pies descalzos caminando por la arena, tus pequeños pies envueltos en frías sábanas de seda, tus pies entre sus manos, observados ávidamente por sus ojos, acariciados suavemente por sus dedos, obsesivamente besados por sus labios…
Tus pequeños pies con las lunas perfectas de sus uñas ocultas bajo esmalte black cherries. Tus pies escondidos dentro de unos bonitos zapatos.
A la espera. Impacientes porque él los descubra.
lunes, 2 de febrero de 2009
3:00 a.m.
domingo, 1 de febrero de 2009
cow parade
De la noche a la mañana tenemos nuevos visitantes. Han invadido la ciudad sin que nos demos apenas cuenta. Son vacas que se mueven a su antojo por Madrid. Hay cientos de ellas. Por todas partes. La gente no advierte su peligro, se hacen fotos con ellas, no saben que han venido para quedarse. Están ahí, paradas, parecen tranquilas, nos dan los buenos días por la mañana. A mí me dan miedo. Ellos no lo saben, pero cuando nadie las ve, cobran vida. Se mueven, vagan por la ciudad, buscan campos verdes donde pastar y huir del tráfico. De noche, antes de que pongan las calles, vuelven a su sitio. Pero yo me he dado cuenta, al pasar por su lado, de que se ha desplazado unos milímetros, o ha cambiado ligeramente de posición. Nadie más lo ha advertido, pero yo lo sé. Ayer incluso, una de ellas me guiñó un ojo.
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