sábado, 7 de febrero de 2009

tiempo


- Te compro tu tiempo - le dijo al salir por la puerta del establecimiento.
Ella no sabía quien había hablado, de dónde salía aquella voz, pero de pronto le vio acercarse. Era un tipo bien vestido, pero descuidado, una especie de mendigo elegante, sin duda un trastornado.
- El tiempo no se puede comprar – se apresuró a contestar ella. Estaba perpleja, no podía decir con seguridad si aquel individuo le parecía cuerdo o loco.
- Todo se vende y todo se compra en esta vida, niña – siguió diciendo él mientras se alejaba – y lo que más miedo te da perder, eso te es robado.
Tal vez solo eran palabras sin sentido, pensó en silencio. Pero ahora no podía evitar darle vueltas...

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