domingo, 15 de febrero de 2009

Chamberí


Redescubro lugares por casualidad, rincones de una ciudad que conozco, pero que hasta este momento, no había visto de esta manera, con otros ojos.
Chamberí es uno de ellos.
Por un lado, la plaza, en el centro de Madrid, pero tan extraña, es como entrar en una burbuja de tranquilidad, donde por un instante se olvida el tráfico, las prisas, el agobio de la gran ciudad. Y solo quedan los árboles, el silencio, los bancos donde sentarse a leer al sol y el templete. Con solo cerrar los ojos te puedes imaginar a la orquesta tocando dentro, transportada a otra época, a un Madrid decimonónico, ves a los transeúntes de otro siglo, ataviados con sus trajes largos y sus bombines, arrullados por la música y por el sonido incesante de los tranvías.
Por otro lado, la estación de metro fantasma, ahora convertida en museo, pero que hasta hace muy poco solo era una estación vacía, que apenas se vislumbraba al pasar dentro de los vagones, con la cara pegada al cristal, para ver, entre el reflejo de las luces de dentro, el andén desierto, con sus carteles de propaganda antigua y sus azulejos desvencijados. Era fácil imaginar, que al pasar velozmente el tren, un viajero se asomaba al andén y te miraba fijamente desde un lugar inexacto, donde esperaría durante toda la eternidad, a un metro que ya no pararía nunca más allí.
Pero esto son solo imaginaciones sobre una ciudad. Tal vez atravieses cada día la plaza mirando al suelo, sin vislumbrar nada de esto, tal vez vayas demasiado pendiente de tus propios pensamientos para ver nada más allá, apresurándote a cruzar antes de que el semáforo se ponga rojo.

2 comentarios:

  1. Sí, la plaza de Chamberí es una pasada, ha cambiado mucho, antes no era así, y siempre nos llevaban allí cuando habia aviso de bomba en el cole, jeje.

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  2. sí, está ganando puntos como lugar favorito de los mediodías...

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