viernes, 30 de enero de 2009
estaciones
jueves, 29 de enero de 2009
relojes
La casa está llena de relojes. Guarda relojes por todas partes. Relojes antiguos de cuco que suenan cada hora, relojes modernos de dígitos, relojes de cuerda para llevar en el bolsillo, relojes con secunderos que hacen tic tac constantemente como un metrónomo incansable y no le dejan dormir por las noches. Cientos de relojes dispersos por la casa, en un intento de conservar el tiempo. Con ellos se hace la ilusión de que puede medirlo, de que lo tiene bajo su control, de que no deja escapar un solo minuto. Piensa que es capaz de observarlo objetivamente, de guardarlo como si fuera un tesoro, cuando todo el mundo sabe, menos él, que el tiempo es variable, que se alarga o se acorta dependiendo del momento, que su principal característica es que se va para no regresar nunca, que todo el tiempo pasado mirando un reloj es tiempo perdido.
martes, 27 de enero de 2009
desastre
domingo, 25 de enero de 2009
Madrid
Para qué negarlo. Me encanta Madrid.
Adoro perderme por sus rincones, caminar por sus calles sola, pasear la ciudad; en silencio, o con una improvisada banda sonora; cuando hace sol y te da el frío del invierno en la cara, o cuando llueve y caminas despacio bajo el paraguas.
Para qué negarlo. Me encanta caminar sin rumbo y descubrir nuevas calles, desorientarme y volverme a encontrar, almacenar pequeños momentos en la memoria, para luego regalarlos algún día.
Para qué negarlo. A veces me ponen triste los días plomizos de lluvia, pero también me gusta meterme en un autobús y sentarme al contrario, para ver la ciudad al revés y observar las gotas deslizarse a través del cristal empañado, con la luz anaranjada de las farolas reflejándose en los charcos.
Para qué negarlo. Me gusta esta ciudad, aunque ya no estés aquí.
jueves, 22 de enero de 2009
camino a casa
Pero nada de eso ocurre, empiezo a cruzar la calle. Y pienso que me sigues y me alcanzarás antes de que tintineen las llaves en mi mano, pero no es verdad, tú nunca llegas, y únicamente puedo oir el eco de mis pasos sobre los adoquines mojados.
Y ya no sé si te he visto o solo te imagino.
miércoles, 21 de enero de 2009
respuesta automática
¿En qué momento dejaron de interesarte los seres vivos? ¿Cuándo comenzaste a preferir las máquinas? ¿Cuándo elegiste convertirte en un autómata de frío metal? ¿Cuándo sustituir tu corazón por duras placas de silicio? ¿Cómo llegaste a querer como mascota a un pez gris que en vez de glup glup hace bip bip? ¿En qué instante desertaste y te volviste robot? ¿Estás mejor así? ¿Te ha servido de algo? ¿Ha merecido la pena? Contesta abriendo un ojo para decir sí, y cerrando ambos para decir no. Código de ceros y unos, código binario, el único lenguaje que comprendes últimamente.
martes, 20 de enero de 2009
recuerdos de cocina
Uno de los principales recuerdos que tengo de ella es verla en la cocina del pueblo, con las puertas abiertas de par en par, en verano, y el sol del sur entrando por todas partes. La cocina es el lugar de encuentro de esa casa, el sitio donde hablar en torno a un café con leche, donde comer todos juntos y donde varias generaciones de mujeres se cuentan penas y alegrías. La veo allí jugando con los niños en las tardes de septiembre y cocinando con el tic tac del reloj de fondo. En mi memoria siempre están aquellas tardes sin colegio, cuando aún no se puede salir a la calle por el calor asfixiante, sentados sobre el suelo de baldosas, viéndola durante horas hacer dulce de tomate o tarta de moka para nosotros. Las tardes ocupadas en juegos banales, en peleas de críos, en conversaciones que nos quedaban muy lejanas, en descubrir poco a poco del mundo de los adultos. Hemos ido creciendo, cada vez pasamos menos tiempo en esa cocina, que ahora está destartalada y vieja, pero siempre será una de las imágenes que guardaremos en nuestra memoria colectiva, junto a su propio recuerdo, ambos pertenecen de una forma u otra, a nuestro álbum de familia.
domingo, 18 de enero de 2009
zapatillas rojas
sábado, 17 de enero de 2009
te encantaba
miércoles, 14 de enero de 2009
canicas
martes, 13 de enero de 2009
tinieblas
Privada totalmente del sentido de la vista, empezó a notar cómo el resto de sus sentidos se agudizaban. Oía la música mucho más cerca que otras noches, podía escuchar su respiración allí a su lado. Escuchaba incluso los latidos de su corazón, que tan frecuentemente le pasaban desapercibidos. Sabía dónde estaba él porque podía oler claramente su colonia, esa que ella le regaló hace tiempo y que tanto le gustaba. Siempre que reconocía ese olor se volvía por la calle, para ver si era él, para ver la cara de quien olía como él, de quien podría ser él, pero frecuentemente era otro, podría ser cualquier otro.
Cerró los ojos, para intensificar más todo lo que estaba sintiendo, en un gesto puramente simbólico, ya que era imposible que viera nada, todo estaba en la más profunda oscuridad. Entonces sintió como él se acercaba. Sentía el calor de su cuerpo, cada vez más cerca, y su respiración, cada vez más agitada.
En ese momento solo podía concentrarse en el tacto. Sentía sus manos, rozando su piel, sus dedos, acariciando su espalda, cerrando círculos alrededor de su ombligo, enredándose entre su pelo. Mientras, ella permanecía totalmente quieta, expectante, descubriendo un mundo de pequeñas sensaciones. Podía sentir sus dedos dibujando el contorno de su boca, humedeciéndose con su saliva, sus labios acercándose poco a poco a los de ella hasta casi besarlos, pero alejándose de nuevo, tras solo rozarlos levemente. Y sus besos por el cuello, la nuca, por cada rincón de su cuerpo, muy lentamente, con delicadeza, hasta hacerla estremecer.
Él hubiera dado lo que fuera por ver su sonrisa en ese momento y hablarle al oído, pero en eso consistía el juego, en solo poder imaginarla. En no decir ninguna palabra.
sábado, 10 de enero de 2009
invierno
Era un de los días más fríos del invierno. El cielo, repleto de nubarrones negros, y las temperaturas muy por debajo de los cero grados, invitaban a quedarse en casa. Sin embargo, se armó de valor, y salió sin pensarlo dos veces. Cogió su cámara y echó a andar. Necesitaba respirar el aire helado antes de que sus pensamientos empezaran a derretirse en su cabeza. Necesitaba organizar sus sentimientos. Necesitaba capturar ese momento, ver cómo otros hacían lo que él era incapaz. Necesitaba robar trocitos de alma antes de que la suya propia se congelara. Necesitaba hacerlo antes de que la idea que le rondaba se instalara allí definitivamente. Antes de que ella fuera alguien a quien echar de menos, antes de que el olvido fuera imposible. Por eso salió a la calle aquel día horrible. Dentro, solo quería escapar de sí mísmo. Fuera, procuraría tener cuidado y no resbalar con la nieve mientras pensaba en todo esto.
viernes, 9 de enero de 2009
ich liebe dich nicht
- Ein, zwei, drei... ¿Cómo se dice "te quiero"?
- (Je t´aime) No lo sé, lo olvidé, no es una expresión útil en ningún idioma.
[Click. Luz]
miércoles, 7 de enero de 2009
la antártida
Bajo las sábanas mis pies son dos témpanos de hielo.
Mis dedos, pequeños glaciares, recorren tu espalda
y te hacen estremecer. Así nos dormimos, abrazados.
Nunca ha hecho tanto frío como en esta habitación.
Nunca los pingüinos estuvieron tan cerca, en la nevera.
Nunca estuviste tan lejos como en este iglú particular.
martes, 6 de enero de 2009
maquillaje
Mira de nuevo al espejo y sigue sin reconocerse, cada vez más ajena. Esa extraña del espejo la mira con desidia. Con el dorso de la mano se corre el maquillaje. El rojo de sus labios se extiende hasta las mejillas, el negro de sus ojos llega hasta su sien. Ahora es el principio del desastre. Aquella chica le devuelve una mirada triste. La imagen frente a ella es desoladora. Nota como poco a poco cae en el abismo, y una lágrima negra recorre su cara hasta estrellarse sobre la porcelana blanca del lavabo. Observa cómo se deshace su reflejo, sin intentar consolarlo siquiera.
lunes, 5 de enero de 2009
diálogos del principio
- ¿Sabes que llevamos horas hablando y no sé nada de tí?
- Me gusta inventarme historias sobre la gente que veo, leer el horóscopo de la semana, caminar sin rumbo mientras pienso, comer chocolate a escondidas, empezar el periódico por el final, comer el troncho de la endibia al hacer la ensalada, andar descalza por el salón mientras todos duermen, chupar el final de la pajita cuando bebo una copa, y mirarte los labios cuando hablas. Detesto reconocer la misma voz de doblaje en varios personajes, el ruido que hacen los tacones al andar, las cosquillas por la nuca que producen escalofríos, las aglomeraciones en el centro de la ciudad, los perfumes intensos que marean, los mensajes con abreviaturas absurdas, la gente que escupe por la calle, los carteles de neón que zumban y comer espaguetis a la boloñesa.
domingo, 4 de enero de 2009
tardes de domingo
Las tardes lluviosas de domingo, son tardes horribles para quedarse en casa. Acurrucarme en el sofá a tu lado, ver películas clásicas y escuchar música triste. En otra vida, fueron tardes de pasear por la calle debajo de un paraguas, mojándonos a ratos y saltando en los charcos. Pero ya no. Ahora nos miramos sin hablar, no hacen falta las palabras, solo estamos los dos, y el silencio. Vemos llover tras los cristales, observamos cómo las gotas forman dibujos sobre su fría superficie. Da igual que hoy haga un sol radiante, para mí es una tarde lluviosa de domingo. Llueve. Llueve aquí, llueve entre estas cuatro paredes, llueve en mí. Poco a poco la casa se va inundando, y tú te conviertes en el único trozo de tierra que se divisa en el horizonte, ahora me siento como un náufrago cerca de una isla desierta. Tú no estás allí conmigo, ya no me haces compañía, tú eres la propia isla. Tú eres lo único que queda después del naufragio, mientras yo decido si nadar o no, hacia tí en esta tarde lluviosa. Si nadar contracorriente, o dejarme llevar a la deriva.
ficciones para los días nublados
sin saber cómo ni por qué, a destiempo y sin sentido.
De la peor manera que nadie puede hacerlo,
basándose en ficciones para los días nublados.
sábado, 3 de enero de 2009
despedidas desde el tren
viernes, 2 de enero de 2009
pez naranja
Foto: Julia Fullerton Batten |
Hoy he soñado contigo. Te habías convertido en un bonito pez naranja dentro de una pecera de cristal. Yo, en una niña que te observa desde fuera. Te miro muy despacio, persiguiendo con mi mirada cada uno de tus movimientos. Después de un rato medio hipnotizada, meto el brazo en el agua. Te intento coger con mis pequeñas manos de niña, pero siempre te escabulles entre mis dedos. Todos mis intentos son vanos, mis esfuerzos inútiles, mis ilusiones, absurdas. Entonces, en un ataque de rabia, cojo la pecera y la estrello contra el suelo. El cristal se hace añicos, el agua salpica toda la habitación, y tú te quedas allí, solitario pez naranja, suplicando por tu vida sobre las baldosas de cerámica esmaltada.
jueves, 1 de enero de 2009
un narrador de historias
* asteriscos
asterisco.
(Del gr. ἀστερίσκος).
1. m. Signo ortográfico (*) empleado para llamada a notas, u otros usos convencionales.
2. m. Ling. U. para indicar que una forma, palabra o frase es hipotética, incorrecta o agramatical.
Un asterisco es el símbolo olvidado que guardamos en la caja de las teclas, y solo utilizamos en casos excepcionales, peculiares, curiosidades que merecen una explicación aparte.
Asteriscos noctámbulos, pequeños relatos de noches de insomnio.
* un asterisco en la palma de mi mano...
(“Astrolabios”, Maga)