Pero nada de eso ocurre, empiezo a cruzar la calle. Y pienso que me sigues y me alcanzarás antes de que tintineen las llaves en mi mano, pero no es verdad, tú nunca llegas, y únicamente puedo oir el eco de mis pasos sobre los adoquines mojados.
Y ya no sé si te he visto o solo te imagino.
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