domingo, 18 de enero de 2009

zapatillas rojas


Es un día nublado, totalmente cubierto, horrible. La ciudad está abarrotada, una multitud invade el centro: es uno de esos días en que preferirías no tener que pisar la calle. Salgo del metro, y subo lentamente las escaleras. Una banda sonora melancólica me acompaña, es algún músico callejero con su acordeón, desafinando la melodía triste de esa película antigua. Escucharla siempre me hace sentir nostalgia. De otros tiempos que fueron mejores, de aquella época, más feliz. Yo la tarareo en mi cabeza (mal, pensarás, pero qué importa), sin apenas mover los labios. Camino despacio, mirando al suelo para no tropezar, para no ver a toda esa gente. Está empezando a chispear aguanieve y los viandantes se apresuran. Sorteo a la gente de forma automática, todos son clones que se interponen en mi camino. Hasta que me choco contigo, de repente, por casualidad. A tí no te puedo esquivar. Así veo por primera vez tus zapatillas rojas, así comienza nuestra pequeña historia.

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