miércoles, 14 de enero de 2009

canicas


No eches a rodar las canicas por el suelo, te decía ella de pequeño. Por cada una que pierdas en un rincón de la casa, perderás uno de tus sueños, que convertidos en frágiles cristales, se quebrarán en mil pedazos.
Y tú, que por aquel entonces aún la hacías caso, guardaste todas las canicas en un bote y lo pusiste en lo alto de la estantería. Desde abajo, lo mirabas horas y horas, como quien custodia un tesoro, embobado, todos tus sueños allí atrapados en un frasco. Poco a poco dejaste de preocuparte por él, y lo arrojaste a lo más profundo del olvido.
Ayer, cuando volviste allí, ya sin ella, con toda la casa llena de su ausencia, volviste a ver el bote de cristal en tu cuarto, por él no había pasado el tiempo, te transportó de nuevo a aquellas lejanas tardes de tu infancia. Entonces lo cogiste, te llenaste los bolsillos de canicas y saliste a la calle.
Ahora siempre llevas alguna contigo, de vez en cuando, en algún lugar especial, las dejas caer, que rueden desde tu mano al suelo, que escojan su camino. Que esperen a ser encontradas por otros niños, que jueguen otros juegos, que vivan otras vidas, que encierren otros sueños.

3 comentarios:

  1. A mi siempre me han gustado las canicas, pero no sabia que encerraban sueños, siempre pense que era pasta de dientes...

    R.

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  2. Si, las de cristal, las que llevan unas cosas dentro de colores que no se sabe muy bien que son, yo creia que era pasta de dientes...

    R.

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