jueves, 29 de enero de 2009

relojes


La casa está llena de relojes. Guarda relojes por todas partes. Relojes antiguos de cuco que suenan cada hora, relojes modernos de dígitos, relojes de cuerda para llevar en el bolsillo, relojes con secunderos que hacen tic tac constantemente como un metrónomo incansable y no le dejan dormir por las noches. Cientos de relojes dispersos por la casa, en un intento de conservar el tiempo. Con ellos se hace la ilusión de que puede medirlo, de que lo tiene bajo su control, de que no deja escapar un solo minuto. Piensa que es capaz de observarlo objetivamente, de guardarlo como si fuera un tesoro, cuando todo el mundo sabe, menos él, que el tiempo es variable, que se alarga o se acorta dependiendo del momento, que su principal característica es que se va para no regresar nunca, que todo el tiempo pasado mirando un reloj es tiempo perdido.

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